La tercera semana de agosto fui a Taizé con un grupo de Lleida. Allí nos encontramos con muchos otros jóvenes de toda España y del resto de Europa. Era la tercera vez que iba y, una vez más, fue una experiencia fantástica que no dudaré en volver a repetir.

Para mí, Taizé es

el punto de encuentro conmigo misma cada verano. Es una semana en la que puedo detenerme a reflexionar y pensar en todos los problemas y preocupaciones que tengo. Allí, puedo encontrar la paz y la tranquilidad interior para cortar con la rutina del día a día... Es, como muchos dicen, una fuente. Una fuente para cargar las pilas y recuperar el aliento.

Una vez inmersa en Taizé te dejas impregnar por el estilo de vida que te ofrece esta comunidad cristiana. Allí, te das cuenta que puedes vivir de una manera muy sencilla, compartiendo lo que tienes con los demás, puedes rezar con cantos que no son en tu idioma, puedes intercambiar experiencias y visiones sobre la fe con otros jóvenes de diferentes países, haces amigos de todo el mundo...

Siempre que he ido a Taizé me he llevado muy buenos recuerdos y amigos que no los olvidaré nunca. Por eso, recomiendo a otros jóvenes que se animen a vivir esta experiencia, que no les dejará indiferentes.

Maite Plà