Josep Maria Carbonell, decano de la Facultad de Comunicación y Relaciones Internacionales Blanquerna de la Universidad Ramon Llull, visitó la semana pasada Lleida para presentar su libro 'Creure encara'. Carbonell hace un relato de fe en primera persona a través de diez meditaciones e invita al lector a adentrarse en el misterio de la fe y en su sentido. En la siguiente entrevista nos explica los motivos que le han llevado a escribir este libro.
Pregunta. ¿Por qué ha elegido este título para su libro 'Creure encara'?
Resposta. Penso que estamos en un momento en que hay que ser un poco provocativo para llamar la atención, este libro tiene ese título porque he intentado afirmar con contundencia que creer es totalmente necesario y que creer en la fe es una propuesta razonable, razonable y necesaria. Y he querido poner este título porque parece que esto no fuera creíble ni necesario. Pienso que estamos en un entorno, en nuestra sociedad occidental, en el que el hecho de creer parece un hecho del pasado, sin importancia y sin ningún tipo de relevancia. Y en contra de este pensamiento mayoritario he querido hacer este libro.
P. ¿Cree que hay una especie de opción para apartar el hecho religioso de la esfera pública?
R. Hay grupos intelectuales e incluso algún partido político que creen que el hecho religioso debe quedarse únicamente en la esfera privada. Dicen ellos, que lo mejor para el bienestar público es apartar el hecho religioso de la esfera pública. Son grupos que todavía tienen su lógica intelectual en aquella famosa frase de Marx que decía que "la fe es el opio de pueblo", una afirmación que ha quedado totalmente envejecida por los hechos. Yo recojo una afirmación de Pasqual Maragall, que dijo que "la fe no es el opio de los pueblos, sino el respiro de los pueblos". En efecto, hay movimientos de fondo que desearían apartar la fe de esta dimensión pública quedando en una dimensión privada, yo creo que esto no tiene ningún tipo de validez, la fe representa una creencia que conlleva un compromiso con la sociedad, un compromiso junto al pobre y al servicio de la transformación de la sociedad.
P. Y como está reaccionando la Iglesia a este hecho?
R. Estemos viviendo un momento de transformación de un modelo eclesial y es necesario que la Iglesia tenga una palabra pública. Ahora bien debemos tener mucho cuidado de que esta palabra pública sea una palabra de sentido, de oferta por el otro, de esperanza. Y que no sea una palabra pública para castigar, sino como intenta hacer el Papa, de estar al lado de la gente con una actitud de misericordia y no de imposición. Yo sí creo que es importante que la Iglesia tenga una palabra pública de esperanza, de sentido, de iluminación, de ilusión y de amor.
P. ¿Cómo valora en este proceso la figura del Papa?
R. El Papa está haciendo un cambio de orientación de las prioridades muy importante. Ha puesto la misericordia, la opción por los pobres, como primeras prioridades de la Iglesia y no por ejemplo las cuestiones morales. Y ha cambiado la agenda de la Iglesia. Y se ha convertido en un referente moral que el mundo necesita. Sus tres años de Papado los valoro muy positivamente porque ha cambiado la orientación de la inserción histórica de la Iglesia en la sociedad.
P. Usted que viene del mundo de la política, como ve el momento actual?
R. Lo veo con cierta preocupación, estamos al final de una larga etapa de transición que comienza en 1978. Yo estoy viendo en este momento el final de la transición de 1978 en el que los pactos constitucionales que han sido útiles y positivos se deben reformar y revisar. Yo creo que hay un nuevo pacto constitucional que está en la base del pacto social y en este pacto tenemos que volver a releer la relación entre Catalunya y España, el papel de los partidos políticos, el papel del poder judicial, del poder ejecutivo, del poder legislativo. Y se ha de emprender un 'pack' de reformas a fondo para acercar la política al ciudadano y para impulsar una etapa de mayor transparencia en la sociedad y mayor responsabilidad de todos. Y este es el momento que yo creo que nosotros estamos viviendo ahora, un momento que hay que hacer esta renovación del pacto constitucional de 1978.