El director de la restauración de la Capilla Sixtina y responsable de los laboratorios de los museos vaticanos, Gianluigi Colalucci, no cree necesario, de momento, limitar la afluencia de público al recinto para evitar daños en los frescos de Michelangelo Buonarroti. Así lo ha afirmado en la Universidad de Lleida (UDL), donde ha abierto el primer Congreso Internacional de Historia de la Pintura de la Época Moderna. Colalucci cree que los actuales sistemas de ventilación y climatización son suficientes para minimizar el posible impacto de más de 5 millones de visitantes anuales a la sede de los cónclaves para elegir Papa. Y es que la humedad y el dióxido de carbono son los principales enemigos de las pinturas que decoran la bóveda de la Capilla Sixtina.
Gianluici Colalucci trabajó en ellas durante 14 años, entre 1980 y 1994, para recuperar el esplendor de la obra de Miguel Ángel. La gran sorpresa fue la intensidad del color. “Hasta entonces creíamos que era un pintor oscuro, pues la armonía polícroma se veía como si delante hubiese un cristal velado”, ha explicado el experto italiano. Miguel Ángel demuestra en sus frescos “una cualidad de color muy singular”, destaca Colalucci, con efectos atornasolados, partes con sombra y una ligereza de pigmentos muy puros “extremadamente difíciles de ejecutar”.
Los trabajos de restauración de la Capilla Sixtina limpiaron decenios de polvo, humos de velas y colas animales, usadas para eliminar las marcas de filtraciones de agua. También permitieron a Colalucci analizar las pinturas cetímetro a centímetro, descubrinedo las técnicas del artista renacentista, como un uso mínimo de la pintura al seco. Por otra parte, Colalucci también explicó que en la escena del Juicio Final se encontraron con 44 imágenes censuradas, personajes que Miguel Ángel pintó totalmente desnudos. De éllas, 22 fueron repintadas con ropa o elementos que ocultaban parcialmente los cuerpos pocos años después de que el artísta acabase la obra, pero las otras 22 lo fueron en los siglos XVII y XVIII. Finalmente, los restauradores optaron por dejar como estaban las 22 primeras y destaparon las más recientes