La mañana del 29 de septiembre, fiesta de San Miguel y festivo en Lleida, al día siguiente de haberse celebrado su fiesta litúrgica, tuvo lugar en el Cementerio de Lérida la conmemoración del 76 aniversario del martirio del Beato Francisco Castelló Aleu, ocurrido la madrugada del 29 de septiembre de 1936. A las 11 de la mañana, el vicepostulador de

la Causa, el P. Gerard Soler, celebró la Eucaristía en la capilla del Cementerio, concelebrada por el P. Martí Sandiumenge, miembro de la Comisión Pro Canonización del Beato y por el franciscano P. Ramón Domènech, hijo de Alcarràs, vicario judicial del arzobispado de Barcelona y devoto del Beato.


El P. Gerard Soler en su homilía presentó a Francesc Castelló como un gran testimonio de fe para el Año de la Fe, proclamado por el Papa Benedicto XVI. Destacó para justificarlo cuatro momentos en que "se nota con más intensidad este testimonio de fe del joven mártir", dijo el vicepostulador: Su respuesta ante el Tribunal Popular que lo juzgó: ¿Tú eres cristiano? Sí, lo soy! Francisco pone el Señor por encima de todo.


Un segundo momento es cuando, en el calabozo se encuentra a otros compañeros, desanimados, y los invita a cantar "... arriba hermanos:" Él se siente fuerte en la fe y anima a los que lo rodean ".


El tercer momento, cuando son conducidos en un autobús hacia el Cementerio y, pasando por el Puente Viejo de Lleida, inicia el canto del "Creo en Dios", profesando la fe sin miedo.


Y el cuarto y último momento cuando, antes de ser asesinado, se volvió hacia los que iban a quitarle la vida para decirles : ¡"Compañeros, yo os perdono. Hasta el cielo! ":" Verdadero testimonio de fe profunda y amor intenso a Dios y a los hermanos ", dirá el vicepostulador, que cerró su homilía con estas palabras:" Tenemos un modelo para vivir el Año de la Fe, que nos lleva a estar contentos en el seguimiento de Cristo ".


Finalizada la Eucaristía, todos los fieles que llenaban la capilla, acompañados por los sacerdotes, salieron fuera para dirigirse, en procesión, rezando una parte del Rosario, hasta la fosa común donde reposan los restos del Beato y las de tantos otros mártires. Allí, ante una placa que indica el lugar de la sepultura, realizaron una ofrenda de flores y, como lo había hecho el mismo Francesc Castelló, cantaron el Credo. Dios.


El acto concluyó con la veneración de la reliquia del Beato Francesc, de las manos del P. Ramón Domènech, que la había llevado y cuidado hasta este lugar martirial, repitiendo la imprecación: "Beato Francesc, ruega por nosotros".