En una casa como la de les Avellanes con casi dos centenares de personas nunca faltaban trabajos ni reparaciones que realizar: un tejado que rehacer para evitar las goteras, tabiques y paredes que levantar, etc. El H. Andrés siempre estaba dispuesto a trabajar en rehacer los desperfectos existentes en la casa y finca. Nada le era difícil, todo para hacer grata la morada de los habitantes de esta casa.

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