Hemos pedido a la hermana Ester Díaz, colaboradora de la ¨Delegación de Medios de Comunicación y que ya lo era cuando fue delegado el P. Montaña, que escribiera unas ... 

palabras en recuerdo de él.

 

"Si te vas antes que yo, di al buen Dios que le estoy esperando".

Esta fue el encargo que me confió hace unos años.

Sí -continuó-, "el día que venga a buscarme le diré:" Bienvenido !. Ya era hora! ".

Aunque cuando conocióel diagnóstico de su cruel enfermedad lo acogió con serenidad y confianza en el Señor, el proceso de deterioro ha superado todas las previsiones. El P. Montaña se ha visto sumido en la más profunda impotencia y soledad.

A lo largo de su recorrido ha sido, por encima de todo, un gran sacerdote. Muy interesado en que las celebraciones litúrgicas fueran dignas. La catequesis bien llevada. Las catequistas, formadas. Muy atento a quien sufría por cualquier motivo. Se convertía, entonces, no sólo en cercano y cordial sino incluso, en amigo, hermano. Testigos de ellos lo han sido los feligreses de la parroquia de la Sagrada Familia.

Hombre inteligente y culto, su talante seguro y directivo lo hacía estallar, de vez en cuando, en expresiones un poco desmesuradas, lo que provocaba momentos de desconcierto a quien las recibía. Pero, enseguida hacía una llamada telefónica a quien había ofendido para acortar esa situación incómoda.

Delegado de medios de comunicación, en nuestro obispado, durante muchos años, realizó su servicio con gran preparación, responsabilidad y excepcional satisfacción.

Recorrió numerosas ciudades y naciones para participar en diferentes eventos, relativos a medios de comunicación. Y volvía feliz. Muy feliz de conocer personas, lugares y culturas tan diferentes.

Se le escapó el premio BRAVO, de la Conferencia Episcopal Española, aunque algunos miembros de medios de comunicación, lo reclamaron para él, de manera insistente.

La celebración del 50 aniversario de su ordenación sacerdotal fue, una jornada memorable. Acompañado del Obispo Joan Piris, sacedotes,

 familia y amigos disfrutó  de aquel día a corazón abierto.

Momento difícil ha sido, últimamente, el traspaso de su hermano a quien él amaba entrañablemente y con quien se comunicaba con frecuencia.

La conversación, con el P. Montaña, en la última temporada, ha sido penosa. Él casi no tenía voz y yo no lo oía bien. De todas formas, con frecuencia, estábamos juntos un rato y yo me iba convencida  de que le había minimizado un poco  la soledad.

Descansa en paz, P. Montaña. Sí, pues ya has llegado a la plenitud de vida y de amor, en el regazo del buen Dios. Anhelo tan esperado. Él te ha llenado de gloria. Y saciará tu deseo de larga vida.

Ester Díaz, carmelita misionera, colaboradora de la Delegación de Medios de Comunicación