Mn. Gerardo Soler, delegado diocesano de Liturgia y Espiritualidad, nos habla esta semana en su sección Liturgia Viva sobre los salmos que la Iglesia reza.

Podéis leer el texto a continuación o descargarlo del documento adjunto.

 

DOMINGO XXIX tiempo durante el año (B)

(Domingo del bautismo y del cáliz)

LOS SALMOS QUE LA IGLESIA REZA

1. El Espíritu nos habilíta a la plegaria de la Iglesia

          Antes de hablar de los Salmos, la plegaria de la Iglesia, es necesario que cada cristiano se dé cuenta de que está bautizado y confirmado, y por eso está habilitado para rezar en la Iglesia, porque él mismo es Iglesia.

          El bautismo es una celebración litúrgica pero también una manera de vivir. En la fuente bautismal, cada uno, hemos sido hechos "hijos de Dios" por obra del Espíritu Santo. El agua bautismal es el "signo" concreto de la muerte de Jesús, y la salida de la fuente es el "signo" de su resurrección.

          Con el bautismo y la confirmación hemos recibido el Espíritu del Padre y del Hijo, que es el Espíritu de plegaria y de sacerdocio, Espíritu de testimonio y de profecía, Espíritu de la vida en el mundo y de las obras sociales en favor de los hermanos.

          El Espíritu Santo nos ha habilitado para la Palabra de Dios, a leerla, a escucharla, comprenderla, rezarla, hacerla vida, vivirla. Nos ha hecho capaces de rezar, rezar que es responder a la Palabra de Dios que llama y pide respuesta.

          El Espíritu Santo nos reúne entre nosotros para rezar, y nos une a todos con Jesucristo, que es el Sacerdote del Padre, que reza ininterrumpidamente con la Iglesia y por la Iglesia.

          La renovación cristiana pasa por la plegaria litúrgica, participando en ella activamente.

a) La plegaria inspirada de los Salmos

          Es el Espíritu de Dios que ha dado a su pueblo santo la plegaria poética e inspirada de los Salmos; también otras plegarias que encontramos formuladas en los dos Testamentos, ha hecho posible que se recogieran a lo largo de los siglos, quizás hasta el siglo IV antes de Cristo.

          El Espíritu Santo de la plegaria, del sacerdocio, del sacrificio, ha puesto "sus" Salmos en la boca del mismo Hijo de Dios, el Sumo y Eterno Sacerdote, el Orante por excelencia, como culto y alabanza al Padre. Y el mismo Espíritu ha puesto "sus" mismos Salmos en la boca de las comunidades que forman el único pueblo de Dios, aunque separado, la Sinagoga y la Iglesia.

          Dice Romano Guardini: "Los Salmos son Palabra de Dios; una palabra que El pronuncia en el mismo instante en el cual un hombre inspirado por Él dice su palabra humana. Por tanto son "Revelación" que conduce a la salvación. Pero esto sucede de una manera especial, particular, en la plegaria" (Sapienza dei Salmi, p. 11).

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva. Liturgia de las Horas, 18-10-15

AdjuntoTamaño
Icono PDF Text en català.pdf53.46 KB
Icono PDF Texto en castellano.pdf53.1 KB