Mn. Àngel Escales, presbítero que atiende el servicio religioso del Hospital Universitario Arnau de Vilanova, desde hace décadas, y que hasta hace pocos meses también se ocupaba del Hospital de Santa Maria, fue recibido el pasado viernes, 5 de diciembre, por el papa Francisco, con motivo de sus 50 años de servicio sacerdotal.

El encuentro se produjo en la Residencia de Santa Marta, donde Mn. Escales asistió a la celebración eucarística que preside cada mañana el Santo Padre. “Fue una ceremònia muy íntima, sólo éramos doce curas, y a la vez sencilla, puesto que el Santo Padre en vez de hacer una homilía dejó unos minutos de silencio para reflexionar”, explica el sacerdote leridano, nacido en Malpàs.

Éste confiesa que todo fue muy emotivo. “En aquellos momentos, allá ante el papa Francisco, porque me pusieron en la primera fila de los bancos, supongo que por razones de edad, me pasaron muchas cosas por la cabeza: la familia, los años de ministerio sacerdotal...”.

Después de la misa, llegó la recepción personalizada a los doce sacerdotes que estaban a la capilla de Santa Marta. “Nos permitieron pasar a saludarlo, un a uno, y yo tenía en la cabeza tantas cosas que decirle que, cuando ahora lo pienso, creo que no lo dejé decir gran cosa”, ríe emocionado Mn. Àngel, al recordar el encuentro con el Papa.

“Dentro de una bolsa, decorada con dibujos por los niños del Aula Hospitalaria de Arnau, llevaba varias cosas para darle. Primero le entregué un libro con más de 550 firmas de los enfermos y profesionales del Hospital, explicándole que hacía más de 14 años que vivía y dormía en el centro sanitario, donde habíamos hecho una catequesi, rezando por la Iglesia y por el Papa, a raíz de la visita a Roma”, dice el sacerdote. 

A continuación, el cura del Arnau, que también atiende los servicios religiosos de la Clínica Bellavista, entregó al papa Francisco un ejemplar del cuento ‘La meta es el camino a seguir’, de Tony Castillo, profesora del Aula Hospitalaria del Arnau de Vilanova. Este libro, cuyas ilustraciones han sido coloreadas por los niños ingresados en la planta de Pediatría, también forma parte de un proyecto solidario.
“El papa Francisco, cada vez que le daba una cosa, respondía con uno: ‘Bien, bien. Muchas gracias. Muy bonito’, y es que la verdad creo que no dejaba decir nada más que monosílavos”, explicaba Mn. Àngel, el cual todavía le entregó un tercer libro y la carta de una enferma.

“Este último es un libro de plegarias que he recogido a lo largo de los 50 años de ministerio sacerdotal y que damos a todos los enfermos del Hospital. En él se recogen un conjunto de oraciones, una de las cuales es de cuando el Santo Padre todavía era cardenal”, seguía explicando.

Para acabar la recepción, Mn. Escales pidió al Papa una bendición para los enfermos del hospital leridano y para su familia. Éste accedió y se despidió cogiendole las manos al sacerdote, para felicitarle por su servicio y para pedirle que siguieran rezando por él. “Creo que me cogió las dos manos porque de tan nervioso que estaba no paraba de temblar”, dice todavía emocionado cuando recuerda el momento.

La visita de Mn. Àngel al Vaticano no acabó aquí, ya que el día de la Purísima concebró, conjuntamente con una veintena de curas y canónigos, una misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el cardenal Angelo Comastri.