La Academia Mariana acogió el pasado 7 de abril un encuentro de los Animadores de Comunidad con la participación de una veintena de personas para reforzar su vocación mediante la oración y el diálogo. El responsable de Formación del IREL, Laureano Sánchez, fue el encargado de dar la bienvenida a los participantes y explicarles el porqué de esta celebración.
Después, el Obispo Salvador también pronunció unas palabras de agradecimiento por la labor que llevan a cabo. Luego fue el turno de la oración y de una ponencia que sirvió para introducir los aspectos positivos del servicio de los Animadores para evangelizar, esparcir la Buena Noticia y hacer las pequeñas cosas de cada día con amor. Asunción Solà explicó estas características y entre otras cosas afirmó "nos sentimos instrumentos de Dios, para servir y para ser enviados allí donde sea necesario".
Los presentes aportaron sus experiencias, diversas, pero todos en comunión y fraternidad. Una comida fue el colofón final de la jornada y también sirvió para agradecer al IREL su invitación. De todo ello y para resumir la celebración, una de las conclusiones sería: "como referentes somos como las velas que para poder dar luz debemos estar encendidas. Oh, qué gran diversidad en la Unidad! "
El Animador de Comunidad fue instituido por el obispo Piris para animar y coordinar la pastoral ordinaria en una parroquia o Unidad Pastoral que no tuviera cura o para colaborar con él. Es una figura pensada para ser una expresión viva de la corresponsabilidad laical. Su talante debe ser participativo y debe ejercer su función escuchando las diferentes opiniones e impulsando el diálogo fraterno. Es un testimonio de fe y debe crear cohesión. Por todo ello hay una buena preparación, la que facilita el IREL.