El Santo Padre se ha referido a la acogida de las personas divorciadas que se han vuelto a unir por lo civil, y ha recordado que las puertas de la Iglesia deben estar siempre abiertas, porque siempre debe estar dispuesta a la escucha y al encuentro (ver vídeo).

El Papa Francisco ha continuado su catequesis sobre la familia este pasado miércoles, 5 de agosto, y ha afrontado un tema que cada vez suscita más interés, y que será objeto del próximo Sínodo sobre la Familia de octubre: la atención pastoral a las personas divorciadas vueltas a casar.

"Deseo referirme hoy a la situación de los que tras la ruptura de su vínculo matrimonial han establecido una nueva convivencia, y a la atención pastoral que merecen", ha dicho el Papa.

El Santo Padre dice que la Iglesia sabe bien que "tal situación contradice el sacramento cristiano, pero con corazón de madre busca el bien y la salvación de todos, sin excluir a nadie". De ahí que "animada por el Espíritu Santo y por amor a la verdad", hay que saber "discernir bien las situaciones, diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado".

Si se mira la nueva unión desde los hijos pequeños vemos la urgencia de una acogida real hacia las personas que viven tal situación, dice el Papa Francisco. "¿Cómo podemos pedirle a estos padres educar a los hijos en la vida cristiana si están alejados de la vida de la comunidad? Es necesario una fraterna y atenta acogida, en el amor y en la verdad, hacia estas personas que en efecto no están excomulgadas, como algunos piensan: ellas forman parte siempre de la Iglesia".

El vicario de Roma reconoce que "no tenemos recetas sencillas", pero es preciso "manifestar la disponibilidad de la comunidad y animarlos a vivir cada vez más su pertenencia a Cristo y a la Iglesia con la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la participación en la liturgia, la educación cristiana de los hijos, la caridad, el servicio a los pobres y el compromiso por la justicia y la paz. La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie".