«En los acontecimientos que se vivieron en la Casa de Noviciado de les Avellanes en el mes de julio de 1936, solíamos a pasar las mañanas en las Fontanellas y las tardes en el Privat, donde recibíamos algunas lecciones... El querido H. Aquilino era el alma de todo aquello, bien secundado por los demás profesores del Noviciado. Frecuentemente interrumpía el trabajo o entretenimiento para elevar al cielo alguna oración, y pedir al Señor y su Madre, la Virgen María, que se apiadara de nosotros».

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