En recuerdo agradecido al Padre Pere Martorell. Tarraconense pero implantado, en Lleida con un éxito rotundo. Por este motivo se celebró un homenaje en su honor el pasado día 29.

En el acto, presidido por el obispo Salvador, participaron el alcalde de Lleida, el provincial de los carmelitas descalzos, con su consejo en pleno, otros representantes de la provincia carmelitana y la comunidad carmelita de Lleida. También había algunos familiares y numerosos feligreses que le queríamos.

Tres aspectos tejieron el homenaje: el descubrimiento de la placa, colocada en la entrada del santuario, la Eucaristía y la dimensión cultural. La placa nos recuerda la egregia figura de este sencillo carmelita. Se entregó en cuerpo y alma no sólo en el santuario-parroquia de Sta. Teresita sino en la ciudad de Lleida. Y lo hizo a lo largo de 33 años.

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El alcalde, Àngel Ros resaltó la figura del P. Pere, desde su bondad e ideología política concreta. La eucaristía enriquecida por la actuación de dos corales: parroquia y centro de día, Sta. Teresina, llenaron de gozo el templo. Estábamos alegres.

La vertiente cultural estuvo formada por una combinación de diapositivas y testigos. Los que recogían la vida y el servicio del P. Pere. Representando los numerosos colectivos de los que él había formado parte o ayudado a hacer camino, muchos de ellos tocados por su bondad y destacando por el aspecto cultural y de solidaridad.

Gracias a las nuevas tecnologías se hizo presente en el homenaje, el Padre Agustín Borrell, actual primer definidor general de la orden. Hombre que amaba, verdaderamente, el P. Pedro.

De los valores que integraban la fotografía del homenajeado, destacan la sencillez, la bondad y el talante de proximidad a la gente y su espontánea solidaridad. Pensando en los más vulnerables le surgían proyectos en favor de ellos. Siempre cercano a los ancianos, padre de tantos jóvenes y abuelo de los pequeños. A todos entendía y todos estaban a gusto con él.

De su incardinación en la diócesis habla la invitación del obispo a que predicara, en una ocasión, el día del patrón: S. Anastasio. Distinción reservada a los sacerdotes, hijos de Lleida. Se sentía y el sentían bien arraigado en nuestra ciudad.

Todo un regalo del buen Dios. Él sabe muy bien cómo hacerse cercano y recordarnos cómo nos ama. Por lo que nos envía testigos de su amor: auténtico pero discreto.

Hermana Ester Díaz.