Ya hace dos años, que nuestra comunidad goza del apoyo de unos catequistas muy jóvenes, pero muy bien preparados. Son alumnos de bachillerato de la escuela Terraferma. Cada viernes atienden a un buen grupo de niños y niñas, este año son 30, de primer curso de preparación a la Comunión.

Los niños y niñas encantados, la comunidad también y para ellos una buena experiencia y un testimonio de su fe.

MUCHAS GRACIAS !!!!

A estos jóvenes catequistas les hacemos estas preguntas:

1. ¿Qué es lo mejor del ministerio de hacer de catequista?
2. ¿Qué es lo más pesado de ese mismo ministerio?
3. ¿Recuerdas alguna anécdota haciendo de catequista?

CARLOS MONTES

1. Ver cómo los niños disfrutan y aprenden a conocer a Nuestro señor.
2. Muchas veces los niños no conocen el lugar donde se encuentran y generan alboroto en un lugar santo.
3. Un niño se pensaba que Jesucristo había muerto a manos de un fusil.

XAVI BLAVIA

1. Lo mejor de ejercer esta tarea, es sin duda la alegría e ilusión que transmiten los niños semana tras semana.
2. Hay días en que quizás da pereza asistir, es viernes, tienes ganas del fin de semana, etc. También de vez en cuando hay que tener un poco más de paciencia; pero al fin y al cabo son niños muy animados. Vale la pena hacerlo con entusiasmo.
3. Son muy graciosas algunas aportaciones de los niños. De vez en cuando te preguntan o dicen algo que no tiene ningún sentido o te cuentan las cosas que han hecho en la escuela.

JAVI GONZALO

1. Poder resolverlos en ella todas las dudas que tienen, porque es parte de su naturaleza el hecho de preguntar por todo lo que les inquieta y que quieren saber, y esperan que tú les resuelvas, y eso es lo que más me gusta ser catequista.
2. Quizás el que, al ser niños, cuando les pasa algo por la cabeza la dicen al instante, aunque no tenga nada que ver con que se está hablando, y si esto lo hacen dos o tres niños a la vez puede descontrolarse un poco la sesión y entonces cuesta poner orden.
3. El año pasado yo insistí los primeros días en que llevaran los libros y el estuche para trabajar y que no se les olvidará, y al final fui yo el que me dejaba siempre los libros en casa y los niños quienes me recordaban que lo tenía que llevar. Fue algo gracioso cuando dio la vuelta esa situación.