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El papa Francisco elevará el domingo 4 de septiembre a los altares, a madre Teresa de Calcuta, fundadora de las Misioneras de la Caridad, en una ceremonia en la plaza de San Pedro.

Precisamente coincide con un día de jubileo para los trabajadores y voluntarios de la misericordia y es el día antes del aniversario de su muerte.

Agnes Gonxha Bojaxhiu nació el 26 de agosto 1910, en Skopje, Macedonia. Era la menor de tres hijos, se unió a las Hermanas de Loreto a los 17 años y fue enviada a Calcuta, donde enseñó en una escuela secundaria. Después de contraer tuberculosis, fue enviada a descansar en Darjeeling, y fue en medio de esa enfermedad cuando descubrió "una orden" de Dios para dejar el convento y vivir entre los pobres. El Vaticano le concedió permiso para salir de las Hermanas de Loreto y vivir su nueva llamada, bajo la dirección del Arzobispo de Calcuta.

La Madre Teresa comenzó a trabajar en los barrios pobres, enseñaba a los niños y asistía enfermos en sus hogares. Un año más tarde, algunos de sus exalumnos se le unieron y juntos se hicieron cargo de hombres, mujeres y niños que agonizaban en las calles.

En 1950, las Misioneras de la Caridad nacieron como una congregación de la Diócesis de Calcuta. En 1952, el gobierno les concedió una casa desde la cual continuaron su misión de servir a los pobres y olvidados de Calcuta.

Murió el 5 de septiembre 1997, y fue beatificada sólo seis años más tarde por San Juan Pablo II, el 19 de octubre 2003.

Recogemos algunas de sus frases:

«Para hacer que una lámpara esté siempre encendida, no debemos de dejar de ponerle aceite».

«La oración ensancha el corazón, hasta hacerlo capaz de contener el don de Dios. Sin Él, no podemos nada».

«Muchas veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos».

«A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota».