Orensano, fulgía por sensato, prudente, mortificado particularmente soportando agudos dolores reumáticos. Lo suyo eran los servicios más humildes, pero los hacía con veneración. Presenció cómo profanaban y quemaban su querida iglesia del Buen Suceso de Barcelona. Cuando se delató porque dijo “¡Jesús!”, ante un estornudo, lo golpearon y lo estrellaron contra las paredes repetidas veces. Su cuerpo apareció en el Hospital Clínico mutilado e irreconocible.

Podéis leer su biografía.

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