Mn. Gerardo Soler, en su escrito semanal de Liturgia Viva, nos habla en esta ocasión de las misas de difuntos.

Podéis encontrar el texto a continuación y en el documento adjunto.

DOMINGO XXVIII (A)

(Domingo del banquete de bodas)

Misas de difuntos

Con mucha frecuencia habla el papa Francisco de los pastores con “olor de oveja”. Una buena ocasión para el pastor de encontrarse con toda clase de feligreses es la muerte de algún ser querido, con motivo de la Misa exequial o la oración en el tanatorio. Estas personas que pueden ser no católicas, o católicos que no participan nunca en la Eucaristía, o han perdido la fe, o la viven con fervor. Preparar bien la celebración, con las diferentes oraciones, apropiadas, que nos proporciona el Misal y la abundancia de lecturas de la Palabra de Dios que encontramos en el Leccionario para las Misas de difuntos. Es una ocasión propicia para sembrar bien, celebrando con dignidad, acogiendo a las familias con cariño, proclamando bien la Palabra de Dios. Y en la homilía el anuncio gozoso de Cristo Resucitado que ha vencido al pecado y la muerte.

“El sacrificio eucarístico de la Pascua de Cristo lo ofrece la Iglesia por los difuntos, a fin de que, por la intercomunión de todos los miembros de Cristo, lo que a unos consigue ayuda espiritual, a otros les otorgue el consuelo de la esperanza” (OGMR 379). La importancia de la celebración de la Misa por los difuntos, para unos es “ayuda espiritual” y para otros “el consuelo de la esperanza”.

“Entre las Misas de difuntos, la más importante es la Misa exequial que se puede celebrar todos los días, excepto las solemnidades de precepto, el Jueves Santo, el Triduo pascual y los domingos de Adviento, Cuaresma y Pascua, observando, además, cuanto debe observarse según la norma del derecho” (OGMR 380).

Esta recomendación es muy importante y conveniente: la homilía en la Misa exequial y ni condenar ni canonizar, ni elogios fúnebres: “En las Misas exequiales hágase regularmente una breve homilía, excluyendo todo género de elogio fúnebre” (OGMR 382).

“Si la Misa exequial está directamente unida con el rito de las exequias, una vez dicha la oración después de la sagrada Comunión, se omite todo el rito conclusivo y en su lugar se reza la última recomendación o despedida, este rito solamente se hace cuando está presente el cadáver” (OGMR 384)

Esta recomendación supone en el pastor prepararse la celebración: de las diferentes oraciones que propone el Misal buscar la más apropiada. Y lo mismo de las lecturas de la Palabra de Dios: “Al ordenar y seleccionar las partes de la Misa de difuntos, sobre todo del funeral, que pueden ser unas u otras (por ejemplo: oraciones, lecturas, oración universal, etc.), ténganse presentes, como es debido, los motivos pastorales respecto al difunto, a su familia, a los presentes. Tengan, además, los pastores especial cuidado por aquellas personas que, con ocasión de los funerales, asisten a las celebraciones litúrgicas y oyen el Evangelio: personas que pueden no ser católicas o que son católicos que nunca o casi nunca participan en la Eucaristía, o que incluso parecen haber perdido ya la fe; los sacerdotes son ministros del Evangelio de Cristo para todos” (OGMR 385).

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva, 12-10-14