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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 02/01/2015
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En la fiesta de la Presentación de Jesús, la Iglesia celebra el día de la Vida Consagrada y es bueno recordar que el Concilio Vaticano II (y la teología postconciliar) la califica como una forma peculiar de seguimiento de Jesús, una manera de vivir la vida cristiana en el interior de la comunidad eclesial. Y pide adaptarla a "las cambiantes condiciones de los tiempos" para manifestar su identidad y aparecer "como un signo preclaro del Reino" (PerfectaeCaritatis 1 y 2).

Hace unos meses (16/08/14) en Corea, el Papa les dijo: "Sea que el carisma de vuestro Instituto esté orientado más a la contemplación o más bien a la vida activa, siempre estáis llamados a ser ‘expertos’ en la misericordia divina... la experiencia de la misericordia de Dios, alimentada por la oración y la comunidad, ha de dar forma a todo lo que vosotros sois, en todo lo que hacéis."De hecho, lo nuclear de la vida consagrada es ser personas trasformadas radicalmente, "seducidas" por aquel Dios Padre de Misericordia que Jesús nos ha presentado.

Esto también vale para todos los bautizados porque creer en el Dios de Jesús, creer en el mismo Jesucristo, es como un arado que nos arranca las raíces y remueve la tierra. O es eso o no es nada. Y es un desgarro gozoso. Pero es necesario que sea mucho más que un credo: porque pronunciar una fórmula de fe o saberse la doctrina, decir 'Señor, Señor' o inclinarse ante el altar haciendo demostraciones de reverencia, se puede hacer sin cambiar de vida. Pero aceptar a Jesucristo y hacerlo realidad en la vida de cada día es el compromiso con una persona y no con unas ideas.

Para eso hay que ser personas libres y maduras que disfrutan en el seguimiento de Jesús y están decididas a descubrir ya implicarse en aquellos ámbitos donde pueden estar jugándose "los asuntos del Señor": la humanización de la sociedad y, preferentemente la de aquellos cuya humanidad les es negada o está desprotegida.

Porque seguir a Jesús, hombre libre y liberador, es participar de su libertad contagiosa que es "libertad-para", es para algo. No es la libertad del autosuficiente; es una libertad dinámica y ex-céntrica. "Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se obtiene y madura a medida que se ofrece para dar vida a los demás. Esto es en definitiva la misión"(EvangeliiGaudium 10). Jesús es libre para liberar... Y los consagrados son y deben ser libres en todos los aspectos. Libres para servir.

Lo dice explícitamente la PerfectaeCharitatisen el nº1: "Ya desde los inicios de la Iglesia hubo hombres y mujeres que quisieron seguir a Cristo con más libertad e imitarlo más de cerca llevando a la práctica los consejos evangélicos y, todos ellos, cada uno a su manera, llevaron una vida consagrada a Dios".

Como dice el Papa Francisco, ayer, hoy y siempre, se trata de personas que rezan y trabajan apasionadas por Jesús y apasionadas por su pueblo (EvangeliiGaudium 49).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida