Tipus
Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 10/05/2014
Fitxer audio: 

El mes de octubre, mes del Rosario, me hace recordar algunas cosas que comentaba Mons. Albino Luciani, el futuro Papa Juan Pablo I, el Papa de la sonrisa, después de preguntar cuántos rosarios encontrarían si, durante una reunión de católicos, nos invitaran a mostrar todo lo que llevamos en los bolsillos, en las mochilas o los bolsos.

Algunas personas piensan que rezar el Rosario es infantil, una repetición monótona del Ave María, y no creen que sea propia de nuestro tiempo. Pero Mons. Luciani decía que la crisis del Rosario venía precedida por una crisis de la oración en general: vivimos muy absorbidos por los propios intereses materiales y el ruido que ha invadido nuestra existencia no nos deja pensar demasiado en las cosas del espíritu. Tenemos miedo al silencio y no nos es fácil encontrar un pequeño momento para la reflexión y la conversación con Dios. Y añadía la siguiente confesión personal: "Cuando hablo con Dios o con la Virgen, prefiero sentirme como un niño. Desaparecen la mitra, el solideo, el anillo; envío de vacaciones al adulto y al obispo que soy, y la correspondiente presentación seria y ponderada, y me dejo conducir por la ternura espontánea de un niño ante su papá o su mamá. Estar ante Dios tal como soy en realidad, con mi miseria y con lo mejor de mí mismo, y sentir surgir del fondo de mi corazón el niño de otro tiempo que quiere hablar, amar al Señor, y que siente a veces la necesidad de llorar pidiendo misericordia, todo esto me ayuda a orar. El Rosario, oración simple y fácil, me ayuda a veces a volver a hacerme un niño y no tener vergüenza de nada. Es una oración repetitiva, pero el P. Foucauld decía que el amor se expresa en pocas palabras, siempre las mismas, que se repiten continuamente".

Quiero todavía completar estos pensamientos con palabras de san Juan Pablo II (Ángelus, 05/11/1978): El Rosario es una oración maravillosa en su sencillez y en su profundidad. Se puede decir que es, en cierto modo, un comentario-oración sobre el capítulo final de la Constitución Lumen Gentium del Vaticano II, que trata de la presencia admirable de la Madre de Dios en el misterio de Cristo y de la Iglesia. En efecto, con el trasfondo de las Avemarías pasan ante los ojos del corazón los episodios principales de la vida de Jesucristo y nos ponemos en comunión vital con Él a través del Corazón de su Madre. Al mismo tiempo podemos incluir todos los hechos que enlazan la vida del individuo, la familia, el país, la Iglesia y la humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón.

Es un medio muy válido para favorecer la exigencia de contemplación del misterio cristiano que la Carta Apostólica Novo Millennio Ineunte (nn. 32-33) propone como una verdadera y propia 'pedagogía de la santidad': necesitamos un cristianismo que se distinga sobre todo por el arte de la oración. Cuando en la cultura contemporánea, incluso entre contradicciones, aflora una nueva exigencia de espiritualidad impulsada también por influjo de otras religiones, es más urgente que nunca que nuestras comunidades cristianas se conviertan en auténticas escuelas de oración.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo, 

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida