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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
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Fecha publicación: 
Dom, 03/11/2012
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 Libertad y responsabilidad

Ante la larga crisis que sufrimos va sintiéndose cada vez más la petición de un rearme moral de nuestra sociedad. Hace falta aplaudir esta sensibilidad que patentiza un impulso ético y de responsabilidad colectiva. Me queda la duda de si esta sensibilidad pasa por las decisiones personales y se va traduciendo en procesos de cambio económico, político, cultural, etc. Sin decisiones que nos implican a cada cual resultará difícil construir entre todos una sociedad de más calidad y en base a valores más altos, más nobles.

Todos somos libres a la hora de actuar y lo hacemos bajo nuestra responsabilidad, pero somos seres sociales, personas interrelacionadas, nunca sólo individuos aislados. Nuestras decisiones comportan responsabilidades también ante los otros: es el componente moral.

La proximidad de una nueva Pascua es una buena oportunidad para identificar aquello que realmente mueve nuestras decisiones. Celebrar la Pascua –que es anuncio y experiencia de liberación de todos los límites posibles– pide crecer en una libertad acompañada de actitudes responsables, públicas y privadas, y desarrollar positivamente las muchas posibilidades con qué el Señor nos ha bendecido. También el sentido trascendente de nuestra vida. Tenemos capacidades sorprendentes y debemos plantearnos continuamente aquello que podamos y debemos ser. Será la mejor manera de ver y decidir qué hace falta cambiar en aquello personal y en aquello colectivo.

Ciertamente todos tenemos mucho a corregir. También en la vida de los cristianos y en la misma Comunidad Eclesial hay déficits y no podemos vivir satisfechos, ni como individuos ni como institución. Pero siempre es posible (y necesario) mejorar. Podemos estar bien seguros que vivir con la dignidad que nos corresponde, se a decir, con libertad, justicia, verdad, amor... y responsabilidad, es la mejor de las fortunas. No llegar a unos buenos niveles en estos valores, siempre será una desgracia.

Pienso que nos deberíamos ayudar los unos a los otros a vivir más abiertos al futuro, aun cuando no tenemos muy claro hacia dónde vamos, pero nadie niega que vamos dejando atrás una época. El Papa Benedicto XVI a su *Encíclica sobre la esperanza cristiana (“Spe salvi”) dice que la fe nos da ya ahora algo de la realidad esperada, que atrae el futuro dentro el presente, de forma que el futuro ya no es el puramente “todavía no”, y que las realidades futuras repercuten en las presentes y las presentes en las futuras.

Los problemas que nos acompañan son innegables, y numerosas nuestras infidelidades, pero no nos han de abrumar: las nubes no nos pueden llevar a negar las estrellas. Hace falta que abramos los ojos también a todas las realidades positivas y a los pequeños crecimientos de cada día. Es con esta actitud esperanzada cómo hemos de ir realizando nuestro proyecto pastoral diocesano de presencia de iglesia en el mundo, porque los seguidores de Jesús “tal y como él nos ha prometido, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, dónde reinará la justicia” (2Pe 3,13).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida