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Homilías
Autoria
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Fecha publicación: 
Dom, 04/20/2014

Los creyentes estamos llamados a ser en el mundo signo permanente de la Pascua del Señor

Misa del Día: Ac 10,34 A.37-43; Col 3,1-4; Jn 20,1-9

Este año nos toca vivir la Pascua de una manera especial: con los restos mortales de nuestro querido Obispo Ramon Malla en la Capilla del Santísimo, una experiencia que nos ha de ayudar a profundizar el misterio de la vida y agradecerlo de corazón.

En la Pascua celebramos el paso de Jesús de la muerte a la vida. La luz vence la oscuridad, el amor vence al odio, la misericordia vence al pecado. Por eso cantamos: "Este es el día en que actuó el Señor..."

En las procesiones y celebraciones populares de Semana Santa no se le da mucha atención a la Resurrección de Jesucristo. Y sin embargo, el domingo de Resurrección presenta al creyente una rara utopía, el sueño dorado y frustrado de tanta marginación, el vuelco de tantos derechos humanos pisoteados, el grito de victoria de un pueblo que no se deja vencer, que sabe llevar airosamente la cruz de sus dolores, pero que espera, cada día con más fuerza, ver la luz, la libertad, el gozo, la alegría. Es una pena que toda esta celebración de Pascua de Resurrección haya quedado encerrada en los templos y con poco margen de FIESTA.

Las promesas hechas por el Señor a lo largo de la historia llegan a su feliz cumplimiento en la resurrección de Cristo Señor. Una salvación que pasa a nosotros por medio del bautismo en el que muere el hombre viejo (2 ª L) y nace el hombre nuevo, recreado en Cristo.

El cristianismo comienza de un "hecho" que se hace público a partir del amanecer del "tercer día", (Evang. "el domingo cuando todavía estaba oscuro"), después del viernes que ha visto la muerte de Jesús y luego del gran Sábado pascual cuando, de toda la cuestión del profeta de Galilea, sólo quedaba un sepulcro sellado y mudo.

Un hecho sorprendente y absolutamente inesperado: los mismos discípulos con gran dificultad han llegado a aceptar. Toda la experiencia excepcional, madurada en los años de convivencia con él, se había quedado como congelada ante su tumba. ("Hasta ese momento no habían entendido que..." Evang.)

Sólo cuando ese grupo de discípulos desilusionados se rinde a la evidencia y acoge este "hecho", comienza la aventura cristiana con el anuncio de un evento "increíble": Jesús de Nazaret, el crucificado, muerto desangrado en el Gólgota, ha resucitado. He aquí el corazón del cristianismo, la primera formula de fe: "ha resucitado".

Para los discípulos, la resurrección es la respuesta de Dios a la acción injusta de quienes han querido anular de raíz su proyecto de un mundo mejor. Pero Dios le ha dado la razón...

Seguir las huellas de Jesús no es algo absurdo. Es caminar hacia el Misterio de un Dios que resucitará para siempre nuestras vidas. Todas las vidas «crucificadas», pero motivadas y vividas con el espíritu de Jesús, no terminarán en fracaso sino en resurrección.

Digámonos unos a otros "¡Feliz Pascua!", Ciertamente, y con corazón sincero. Pero Pascua significa: ...que el mundo de la oscuridad es atravesado por la Luz que es Cristo resucitado, en quien se llena de esperanza nuestro futuro; ...Y que la Resurrección del Señor es un hecho siempre actual. En Él la humanidad va accediendo progresivamente a una vida nueva purificada del pecado. Y esta vida debemos construirla en el hoy, en cada día de la existencia humana y cristiana porque cada día debemos renovar la opción por Cristo.

Los creyentes estamos llamados a ser en el mundo signo permanente de la Pascua del Señor, de su invitación a la paz y a la reconciliación, a colaborar constantemente y en todo lugar con el Espíritu para difundir la salvación que la presencia de Cristo nos ofrece siempre.

¡BUENA PASCUA A TODOS! 

+ Joan Piris, Obispo de Lleida