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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 06/07/2015
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Todos sabemos que difícilmente puede existir una convivencia pacífica cuando tantas personas no pueden vivir como pide la plena dignidad humana. Tampoco es aceptable un mundo donde imperan relaciones sociales, económicas y políticas que favorecen a unos a costa de los demás, sin reconocer que todo el mundo es igual en dignidad porque todos hemos sido creados a imagen de Dios, nuestro Padre común. Para los cristianos esto debe ser innegociable y es preciso que siga resonando en nuestras conciencias el lema de la Campaña de Cáritas de este año: "¿Qué haces con tu Hermano?".

Podemos y debemos trabajar juntos para hacer progresar el bien común y amarnos como hermanos, pero hay que hacerlo con una actitud de fondo que asegure la promoción de relaciones justas: es básico amar y vivir la justicia. Los lazos de caridad, que nos impulsan a apoyar permanentemente a aquellos que sufren, hacen necesaria una actitud de solidaridad social y al mismo tiempo un posicionamiento y denuncia ante las situaciones sociales y políticas injustas. El cristiano y la misma Iglesia están llamados a ser levadura y signo visible de una nueva humanidad asumiendo y practicando un estilo profético de vida y acción. Esto supondrá siempre denunciar la injusticia y sostener la esperanza de los hombres y mujeres cansados ​​y despreciados. Supondrá amar y servir a los hermanos con humildad, desde la sencillez y sin paternalismos, reconociendo en ellos al mismo Cristo, a veces muy desfigurado. Supondrá promover una verdadera comunión entre las personas y los pueblos estableciendo verdaderas relaciones de justicia y solidaridad.

Conocemos la dolorosa realidad de exclusión social que tantas personas sufren en nuestra sociedad. Es un fracaso evidente del actual modelo social y es una fuerte llamada de atención a revisar nuestra escala de valores como ciudadanos. Y también a cuestionar las lógicas que se utilizan a la hora de combatir la pobreza y la exclusión. Parece que la cultura que compartimos está llena de complicidades, silenciando, tapando o restando importancia a comportamientos que son impresentables, y no todo vale. Hay que reivindicar la dimensión moral de todas nuestras opciones y tener muy presente también las implicaciones que conlleva y sus consecuencias. Y esto vale igualmente para cada uno de nosotros.

A la luz de la Evangelii Gaudium (cfr.53-60), hay que decir no a una economía de la exclusión y la desigualdad y a la globalización de la indiferencia. Hay que ser conscientes de que vivimos una profunda crisis antropológica que niega, en la práctica, la primacía del ser humano reduciéndolo demasiadas veces a una sola de sus necesidades: el consumo. Detrás de esta actitud se esconde el rechazo de la ética y el rechazo de Dios. Y el Papa Francisco nos exhorta a la solidaridad desinteresada y a un giro de la economía y las finanzas hacia una ética a favor del ser humano. El sistema social y económico es injusto en su raíz y esta injusticia tiende a esparcir su potencia dañina y a socavar silenciosamente las bases de cualquier sistema político y social por más sólido que parezca. Cuando el mal cristaliza en estructuras sociales injustas no puede esperarse un futuro mejor.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida