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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 10/14/2012
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«Misioneros de la fe»  

 El Domingo Mundial de las Misiones, que se celebra desde 1926 y corona el esfuerzo de animación misionera de todo el curso, tendrá este año un significado especial al coincidir con la celebración del 50 aniversario del comienzo del Concilio Vaticano II, la apertura del Año de la Fe y el Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización. Todo ello debe contribuir a reafirmar la voluntad de comprometerse con más interés en la misión para que el Evangelio llegue a todas las personas en todo el mundo. Son muchos todavía los que no conocen a Jesús.

La fe, don de Dios, viene propuesta por los misioneros buscando no sólo que se pueda tener noticia de Jesús, sino que llegue a provocar la adhesión a su persona y a su manera de entender la vida.

Como nos recuerda el Papa Benedicto XVI en el Mensaje del Domund de este año, "la fe es un don que no podemos guardarnos para nosotros mismos. Es un don recibido para ser compartido, una luz que no debe permanecer escondida sino iluminar toda la casa. Es el don más importante que se nos ha dado en la vida".

Ciertamente, la complejidad de la situación actual requiere nuevas formas de comunicación de la fe para que sea más eficaz y, sobre todo, el testimonio claro de nuestra adhesión de fe personal y comunitaria al Evangelio de Jesucristo. El anuncio del Reino de Dios, que es el centro de la misión de Jesucristo y de todos los cristianos, pide el compromiso de hacernos presentes en el mundo como testigos suyos para que todos puedan conocer el Proyecto amoroso de Dios.

Son los misioneros quienes, con su palabra y el testimonio de su caridad y entrega amorosa, hacen posible que quienes no conocen a Jesús puedan sentirse seducidos y se entreguen a Dios en el acto de fe bautismal. Pero también a todos los ya bautizados se nos pide renovar el entusiasmo de comunicar la fe recibida.

Nuestra generación está llamada a acentuar de nuevo a Jesucristo como fundamento y como impulso de la Misión, y se nos sigue urgiendo a que nos impliquemos cooperando en la edificación del Reino en un mundo en el que muchos han sido bautizados pero no evangelizados y tienen derecho a conocer a Jesucristo.

Seguir a Jesús puede comportar la experiencia de la Cruz con fracasos, incomprensiones, desprecio y persecución, pero también la experiencia de un gozo profundo y el consuelo que se deriva de compartir sus sentimientos y asimilar su estilo de vida multiplicándose en el servicio al hermano. Un servicio que se traduce en diferentes proyectos de evangelización y de desarrollo, sociales y educativos, que van multiplicándose gracias a los donativos procedentes de todo el mundo (jardines de infancia, escuelas, hospitales, dispensarios, leproserías, hogares para ancianos y minusválidos...).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida