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La tarde del primer domingo de Cuaresma, sacerdotes y feligreses de parroquias del arciprestazgo Seu Vella y Periferia hemos hecho el ejercicio del Vía Crucis en el Santuario del Santo Cristo de Balaguer. Lo ha presidido el obispo Salvador.

Con mucho silencio y con una actitud reflexiva y de oración, el grupo iba subiendo por el llamado Monte del Calvario siguiendo las estaciones monumentales del camino del "Viacrucis". Las meditaciones de las escenas actualizadas y los cantos ayudaban a poner nuestro espíritu en sintonía con la Pasión y Muerte de Jesucristo. Al llegar al Plan de Almatà nos ha acogido la iglesia del santuario para rezar la decimoquinta estación, la resurrección de Jesús.

Ha sido una celebración personal y comunitaria "para mirar Jesucristo que ha muerto por nuestra salvación" y preparar con más intensidad la Pascua. Así lo expresó el Obispo a la vez que agradecía que se mantenga esta tradición de iniciar el tiempo cuaresmal reviviendo el Viacrucis en comunidad. "Nosotros tenemos que morir al pecado para resucitar a la vida nueva de Jesucristo", dijo el padre Pablo Vidal, rector del Santuario, en la cordial saludo de bienvenida. No ha faltado el rezo del Padre Nuestro y el recuerdo a mosén Joan Mora, promotor de este Viacrucis, escuchando el canto dirigido a la Virgen interpretado por la hondureña Yanira: "Una madre no se cansa de esperar."

La comunidad de clarisas ha recreado la danza de la Cruz, que representa el recibimiento del Santo Cristo como forma de expresión del corazón que se dirige a Dios y convirtiéndose en oración. Dice la tradición que el Santo Cristo que se venera en el Santuario es la primera imagen de Cristo crucificado, hecha por Nicodemo. Después de muchas vicisitudes y un gran periplo, la imagen remontó el Segre aguas arriba. Las hermanas clarisas lo subieron al santuario y desde entonces cuidan de su custodia.