
[04-02-25] LA CÚPULA DE MIGUEL ÁNGEL
UNA CÚPULA PARA LA ETERNIDAD
En la Basílica de San Pedro también destaca la magnífica vista que se obtiene de toda Roma desde la imponente e incomparable Cúpula de Miguel Ángel, de 42,5 metros de diámetro y 133 metros de altura, concluida en 1590 por su fiel discípulo, el lombardo Giacomo della Porta, con la ayuda del suizo Domenico Fontana y 800 operarios más, todos ellos con una gran experiencia en ingeniería y construcción. Vista desde lejos, y también de cerca, esta cúpula ensancha el corazón y el alma de todos los que la contemplan. Y cuando uno está dentro, cobijado e inundado por los rayos de su extraordinaria luz celestial, de inmediato vislumbra, comprende e intuye cómo será la claridad de la eternidad, envuelta por completo en un amor infinito, que será para siempre y sin medida. Amigos y amigas, queridos peregrinos, fieles y turistas... si vais a Roma, nunca dejéis de permanecer unos minutos en silencio bajo la cúpula de Miguel Ángel; allí, respirad profundamente, abrid y cerrad los ojos… os puedo asegurar que veréis los colores de la eternidad.
DE LA "PUERTA SANTA" A LA CÚPULA
Para todos los peregrinos que llegan a Roma en un Año Santo, no basta con atravesar la Puerta Santa con las disposiciones adecuadas, sino que, una vez dentro de la basílica, es necesario también levantar la mirada y maravillarse observando la impresionante cúpula del florentino Michelangelo Buonarroti. Seguramente es la cúpula más hermosa y elegante del mundo, superior incluso a la extraordinaria estructura que el gran Brunelleschi realizó en la Catedral de Florencia en la primera mitad del siglo XV. También supera, por supuesto, la esbelta y dorada cúpula de la iglesia del Hôtel des Invalides, que el francés Jules Hardouin-Mansart elevó con innegable acierto y gracia en París durante el último tercio del siglo XVII. O la austera y estática cúpula de la Catedral de San Pablo de Londres, construida por el arquitecto inglés Christopher Wren en 1675.
¿DÓNDE RADICA LA EXCELENCIA DE LA CÚPULA DE BUONARROTI?
Mirad, la de Miguel Ángel es una cúpula diferente: se alza, se eleva y "vuela" más alto que todas. Es única, extraordinaria; en su exterior observamos elegantes gallones separados por nervios o costillas de mármol blanco en la cáscara, y unas formidables parejas de columnas corintias que recorren y retranquean (entran y salen) de forma sabia el perfil de un hermosísimo tambor (la primera cinta circular de toda cúpula, aquí formada por las mencionadas parejas de columnas corintias, sobre las cuales se levanta la peraltada –elevada de forma ascendente– cáscara o cubierta de la cúpula). Y todo ello, en la parte del tambor, rematado y decorado en su parte superior con bellas guirnaldas clásicas. En el interior, a través de los 16 enormes y elegantes ventanales clásicos que perforan dicho tambor, entra una luz mágica, suspendida en el espacio, como algodón en el aire, suave y flotante, beatífica, divina, que trasciende y cohesiona, de forma admirablemente cálida y a la vez vibrante, todo su interior.
UNA CÚPULA DE DOBLE CÁSCARA
Pero, además, y volviendo al exterior, por encima de este tambor, vemos tres anillos de pequeños huecos (orificios de diversas formas y tamaños) que rodean la gigantesca cáscara y que, además de decorar sus gallones, sirven para ventilar la doble cáscara con la que inteligentemente se ha construido esta cúpula: una interior, más achatada, y otra exterior, que es peraltada (elevada) y, por tanto, mucho más esbelta. Esta inteligente solución constructiva de Miguel Ángel la toma prestada del gran Filippo Brunelleschi en la catedral de Florencia. En definitiva, esto es un toque particular y diferencial de esta hermosísima cúpula.
LA LINTERNA
Todo esto culmina con una elegante linterna (o cupulín) coronada por una gran esfera de bronce con una cruz en la cima, colocada por el escultor boloñés Sebastiano Torrigiani el 18 de noviembre de 1593. Desde aquí, las vistas de Roma son impresionantes. Se comprende mejor que Roma sea una "Ciudad Santa". En el anillo interno de esta linterna hay una inscripción en latín que, con toda justicia, mandó realizar el papa Clemente VIII, Aldobrandini (1592-1605), y que recuerda y conmemora la construcción de esta incomparable cúpula de Miguel Ángel en tiempos del papa Sixto V, Peretti (1521-1590). Dice así: "s. petri gloriae sixtvs pp. v. a. mdxc pontif. v" ("Para gloria de San Pedro, el Papa Sixto V, año 1590, quinto de su pontificado"). Y aún en el interior de la basílica, en el anillo inferior de la cúpula, se puede leer en grandes letras latinas azules sobre un fondo dorado: “Tv es petrvs et svper hanc petram aedificabo ecclesiam meam et tibi dabo claves regni caelorvm” ("Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi iglesia, y te daré las llaves del reino de los cielos", Mt 16, 18-19). Ciertamente, aquí San Pedro está presente por todas partes. No en vano es, junto con San Pablo, una firme, fiable e indestructible columna de la Iglesia.
UN GRAN ESPACIO PARA TONIFICAR EL ÁNIMO Y EL ALMA
En total, la superficie de la cúpula es de 3.000 m², dividida, como se ha dicho, en dieciséis compartimentos decorados con ricos mosaicos que contienen imágenes sobre un fondo de cielo dorado con estrellas. De arriba abajo, se reconocen las siguientes figuras: 1. El Padre Eterno con la mano extendida en un gesto de bendición (situado en el techo de la linterna). 2. Serafines. 3. Ángeles. 4. Querubines. 5. Ángeles (algunos con los símbolos de la pasión). 6. Jesucristo Redentor, San Juan Bautista, la Virgen María, San Pablo y los apóstoles. 7. Patriarcas y obispos. Los suntuosos motivos decorativos de los dieciséis compartimentos fueron realizados por Cristoforo Roncalli, llamado Il Pomarancio por su lugar de nacimiento (Pomarance, Pisa), un buen pintor del último manierismo italiano. Muchos artistas participaron en la elaboración de los mosaicos de esta cúpula, entre ellos el diseñador de Módena Giovanni Guerra, el pintor manierista Cesare Nebbia, de Orvieto (Roma), y el romano Giuseppe Cesari, conocido como Cavalier d'Arpino, maestro del gran Caravaggio.
UNA CÚPULA QUE ROZA EL CIELO Y QUE PREFIGURA LA DOMUS DEI (LA CASA DE DIOS)
En resumen, la cúpula del querido Michelangelo es una obra excepcional de la historia de la arquitectura universal. Una cúpula que acaricia e incluso roza el cielo en su exterior, y que en su interior enciende los corazones y les infunde un anticipo real del estado beatífico del cielo. Es como un microcosmos que prefigura la casa de Dios (Domus Dei), es decir, la bondad, la misericordia y el amor de Dios.
DEBEMOS IR Y ARRODILLARNOS CON FERVOR EN ROMA
Sí, hay que ir a Roma para saborear la grandeza de esta imponente cúpula y permanecer allí, cobijados y en silencio..., de rodillas, rezar y dar gracias a Dios por haber infundido en el gran Miguel Ángel algo de su divina capacidad creadora. Al fin y al cabo, Dios nos ha regalado muchos talentos: creatividad artística, musical, literaria, deportiva…, liderazgo empresarial, el don de la paciencia, el don de la palabra, el don de la bondad, el don de la simpatía, capacidad de sacrificio, el don de perdonar generosamente, espíritu de servicio…, en fin, el gran don de sentirnos amados por Dios, que es un Padre siempre providente. Dicen que el tren de la providencia de Dios siempre llega y que nunca lo hace con retraso. Especialmente si llega en un Año Santo.
Ximo Company. Delegación de Patrimonio Artístico.
Foto: Cúpula de la Basílica de Sant Pere. El disseny i el model (maqueta) de tota la cúpula fou realitzat per Miquel Àngel entre 1558 i 1561. Fou acabada el 1590 per Giacomo della Porta i Domenico Fontana. La consagrà el papa Urbà VIII, Barberini el 18 de novembre de 1626.