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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
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Fecha publicación: 
Vie, 11/29/2019
 Queridos diocesanos:

 

Empezamos este domingo el tiempo de la preparación de la Navidad. Es un período de cuatro semanas, que llamamos Adviento, dedicado a mantener y revitalizar una buena disposición personal y comunitaria ante la venida del Niño-Dios que nace en la cueva de Belén, pequeña población judía de la actual región de Palestina y que, en aquellos momentos, estaba bajo dominación romana.

 

El nacimiento de Jesucristo es el hecho más extraordinario que han visto los siglos. Se han realizado las promesas que tenía el Padre Dios para toda la humanidad y los seres humanos han descubierto la nueva y definitiva forma de relacionarse con Dios y con sus semejantes. Este acontecimiento tan grande exige de todos los cristianos una auténtica y renovada preparación. Se centra ésta en una conversión interior de cada uno de nosotros y en una revisión de las actitudes y actividades de nuestras propias comunidades al estilo de las palabras y los hechos del Mesías. La preparación exterior nos viene dada, sin que nosotros intervengamos en demasía, por las luces, los adornos, los cantos y el bullicio alegre y desenfadado que se manifiesta en calles y plazas de nuestros pueblos y ciudades.

 

Mi reflexión se centra en la propuesta que reside en el interior de cada persona. Es invisible y aparentemente poco pretencioso pero su consciente aplicación tiene unas consecuencias impresionantes para transformar y mejorar todo nuestro exterior. Estoy hablando del Dios que ha introducido en nuestro corazón la capacidad de remover y profundizar en su amor con la Verdad revelada en la persona de Cristo desde su nacimiento hasta su muerte y resurrección.

 

Si confiamos en Él sabremos vivir siempre con la esperanza de amar a los demás sin ningún tipo de lími tes ni fronteras, defenderemos siempre la dignidad de las personas y trataremos de que todos posean unas mínimas condiciones de vida en libertad, justicia y paz.

 

El cambio que nos ofrece el Nacimiento de Jesús acompaña siempre nuestro propio devenir. Es un acontecimiento que proyecta la dimensión amorosa de Dios sobre nosotros y pretende que desterremos los egoísmos, los intereses o las conveniencias de cada uno. Y eso cuesta, no se acepta con facilidad.

 

El paso de la maldad, de la indiferencia, de la exclusión a la bondad, a la cercanía y a la solidaridad requiere valentía y decisión sincera por parte de cada uno; requiere además aceptar el reto que nos propone el Señor. Y eso necesita una preparación.

 

En el Adviento nos preparamos para esa conversión interior con los condicionantes que cada cierto tiempo nos impone la realidad. Seguramente este año en el que oímos hablar tanto de diálogo, de encuentro y de reconciliación sería bueno que nos preguntáramos qué condiciones pone Dios para hablar con la humanidad, qué exigencias manifiesta para encontrarse con los otros, qué camino marca para el abrazo con aquellos que no piensan o no sienten de modo similar que uno mismo.

 

Durante estos días escucharemos los cristianos consejos y advertencias de los profetas para hacer el bien y denunciar la falsedad y el pecado. Contemplaremos la figura de Juan Bautista, que da a conocer la presencia del Hijo de Dios entre nosotros y vive con austeridad extrema. Observaremos la actitud de la Virgen que se pone a disposición de servir absoluta mente para que Dios realice su maravilloso proyecto de salvación universal. Oiremos algunos pasajes de la vida de Jesús que nos impulsarán a su seguimiento.

 

Todo ello nos ayudará a una buena preparación. Con mi bendición y afecto.

 

† Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida