
[07-11-25] La sencillez en la existencia del P. Palau
Por, Ester Díaz, carmelita misionera
Con ocasión de la fiesta del P. Francesc Palau, quisiera hablar de la sencillez que es don y es tarea. Es don porque sobrepasa, sin pretenderlo, la dimensión humana. Y es tarea porque las personas han de poner lo mejor de sí mismas para favorecer su extensión y profundidad con tal de que pueble nuestro ámbito y planeta. La calidad de la sencillez se expresa en aquello que no tiene artificio ni ostentación. Nos lleva a crecer en confianza en los demás. Es el más ligero de los valores: trasparente, nítido. En definitiva, resulta ser camino indispensable para una vida plena.
Cuando en la existencia humana o social prevalece el tono de sencillez afirmamos que el escenario facilita la experiencia en valores a nivel personal y de grupo. Y lo afirmamos convencidos. Tenemos conciencia de que hemos dado en el quiz de algo importante. Sí, sí es su prueba irrefutable. Tiene muchos rostros la sencillez. No ambicionar puestos de relieve, negarnos a poner como modelo nuestra forma de realizar lo que se nos encomienda. No publicar nuestras capacidades a lo largo y ancho del tiempo. Huir de las apariencias. Continuar la obra que otro/otra inició. Quitar oropel a nuestra propia aportación. Valorar lo que otros hacen, etc.
Para procurar su expansión y calidad, ¿qué hacer? Vivir el día a día lo que se nos brinda en esta clave. Acoger y expresar con auténtica sencillez lo que somos en lo que hacemos. Procurar que se nos engendre de vida auténtica el receptáculo de la propia expresión. Si no existe o desaparece la sencillez nos quedamos en auténtica trivialidad. Rampante frivolidad.
Lo descubrimos en la presentación o el quehacer de personas relevantes a nivel social. Nos parecen auténticos oropeles sin valor lo que no se puede proteger en este cofre. Sin embargo, sorbemos con avaricia el contenido que encierra la vida envuelta por la llaneza. Valoramos a las personas que derrochan sencillez e ignoramos o incluso menospreciamos a sus opuestos.
¿En qué situación descubrimos al P. Francisco Palau?. Fue hombre de gran talla humana. Perteneció a esa saga de personas sencillas que han poblado nuestro planeta y han contribuido, sin ambicionarlo, ni siquiera pretenderlo, a mejorarlo. Así sostuvo y enriqueció su propia existencia y la de tantas mujeres y hombres como los que enriquecían la plataforma que le sostenía a él y a sus afines.
