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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Vie, 12/27/2019

Queridos diocesanos:

 

Jesús nace en el seno de una familia. En el comienzo del evangelio de san Mateo podemos leer: «La generación de Jesucristo fue de esta manera: María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo». Todos venimos al mundo acompañados del esfuerzo y de la alegría de nuestros padres. Y así ocurre con el mismo Hijo de Dios que se asemejó en todo a nosotros, excepto en el pecado, como dice la carta a los Hebreos.

 

Es la afirmación tajante de nuestra fe, Jesucristo es verdadero hombre. Y así lo expresa un precioso texto del Concilio Vaticano II: «El Hijo de Dios... trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros...» (Gaudium et Spes, 22).

 

Lo mismo podemos decir de la familia de Jesús. Es humana como la nuestra. Las características de cada uno de los tres personajes que la conforman, añadiéndole el adjetivo de sagrada, están descritas en los evangelios. Muy pocas referencias a san José, hombre justo, discreto, obediente, custodio; muchas más a María, presente en la narración evangélica desde el parto de su Hijo hasta la muerte en cruz y posterior acompañamiento a los Apóstoles en Pentecostés, tiene una función esencial en la historia de la salvación y se le ha tributado un culto especial por parte de la Iglesia desde siempre; además de las verdades de fe que sobre ella ha sentenciado el Magisterio de la Iglesia, podemos definirla desde los aspectos devocionales con las letanías del Santo Rosario hasta los aspectos definitorios del Concilio, el cual dedica todo el capítulo VIII de la Constitución sobre la Iglesia (son 17 números asignados a describir la figura y la misión de la Virgen María). Por último lo referido a Jesucristo que es todo, desde la primera palabra del primer evangelio hasta la última del Apocalipsis. Resumimos la descripción del Señor con una frase de san Pablo en la carta a los Efesios: «Todo lo puso bajo sus pies» (1,22), desde las expectativas del Antiguo Testamento hasta la realidad del Nuevo.

 

La Sagrada Familia es objeto de nuestra veneración. A ella acudimos pidiendo protección, contemplamos su santa relación en el amor de esposos y paterno-filial y la tenemos como modelo de actuación en el seno de todas las familias de la tierra. Es el espejo perfecto en el que todos nos miramos para reproducir en nuestra vida las virtudes que de la misma se derivan.

 

No nos conformamos con la contemplación. Queremos comprometernos a trabajar de forma incansable por todas las familias del mundo, sobre todo por aquellas que más sufren por efectos de las guerras, del hambre o de la exclusión; también por las familias cristianas, para que sean modélicas en el trato en su seno, lleno de amor, fidelidad y comprensión; por supuesto por nuestra propia familia para que contribuyamos mucho más de lo que consegui- mos. La permanente donación de los miembros de la familia posibilita la manifestación más evidente del amor de Dios.

 

El lema que acompaña esta jornada es «La familia, escuela y camino de santidad». Se ha publicado un mensaje episcopal explicando con claridad y concisión cada una de las palabras que componen este hermoso título para terminar con una oración, «haz también de nuestras familias lugar de comunión y cenáculo de oración, auténticas escuelas del Evan gelio y pequeñas Iglesias domésticas. Jesús, María y José, ciudad de nuestras familias».

 

Con mi bendición y afecto.

† Salvador Giménez Valls

Obispo de Lleida