Gemma Naranjo empezó a acompañar las misas de la parroquia con el órgano con catorce años. Fue delegada de Música del Obispado de Lleida. Considera que "tenemos que conseguir modelos de iglesia misionera con discípulos evangelizadores". En esta entrevista nos explica cómo vive ella su vocación laical y como la música nos puede ayudar a llegar a los más alejados. Gemma es una de las laicas del obispado de Lleida que este fin de semana participará en el Congreso de Laicos que se celebra en Madrid.

 

¿Cómo vives tu vocación de laica en tu comunidad?

 

Mi vocación de laica es una vocación cristiana en camino. Soy enviada por Jesús a comunicar el gran tesoro, el don de la vida que Dios nos da. La vivo con alegría y confianza. En este momento, como Animadora de Comunidad, con nombramiento del Señor Obispo, en la UPA (Unidad Pastoral Ahermanada) Pilar-Magdalena de Lleida. Mi vivencia actual es más que de colaboración, es de corresponsabilidad. Acogida por la comunidad y por el rector, trabajamos un proyecto de renovación pastoral, en él, me siento comprometida y muy motivada.

 

Trabajo en equipo con el Consejo Parroquial, en el equipo de catequesis, el de acogida, el del Espacio Orante entre otros. Pero destacaría el del equipo de renovación pastoral con la preparación y formación que recibimos y la visión que proyectamos. Lo integramos cuatro miembros con el rector de la parroquia. Iniciamos procesos, discernimos con la ayuda del Espíritu Santo, hacemos análisis de la realidad pastoral de nuestra comunidad, rogamos juntos por la renovación pastoral y vamos dando pasos. Todo siempre, desde el Evangelio de Jesús. Vivo uno de los momentos más interesantes, ricos y con muchas inquietudes de mi experiencia de pastoralista parroquial.

 

¿Cómo crees que tiene que evolucionar la figura del laico en las comunidades en el futuro?

 

Tiene que evolucionar mucho y todavía más en el ámbito del laico femenino, la mujer dentro de la Iglesia. Dentro de la Iglesia, esta familia fraterna, estamos todos; formamos el Pueblo de Dios. El Pueblo de Dios está en camino, fijémonos en el título del Congreso de Laicos: "Pueblo de Dios en salida". Necesitamos más conciencia laical. También que desde las autoridades eclesiales se refuerce y consolide, todavía más la confianza en los laicos y en nuestro compromiso, el cual, es evidente que está. Ahora es un gran momento. Tenemos todavía, la gran oportunidad de salir de una madriguera de ideas cerradas y a veces sin demasiado sentido, para abrirnos a una reflexión y acción respecto al papel y lugar de cada uno de los laicos.

Que todo el mundo quepa, incluso quienes no están. Hacer caminos de Renovación Pastoral. Profundamente y con decisión. No podemos perder tiempo. Tenemos que conseguir modelos de iglesia misionera, con discípulos evangelizadores. Esto es posible porque hay comunidades que son testigos de este cambio, de esta conversión. El centro y lo esencial es el Señor y nos renovamos hacia la acogida y hacia la acción misionera. Solo hay que inspirarnos por su experiencia pastoral renovada, ver sus frutos y trabajar. Cristo se vale de todos nosotros para realizar su misión en el mundo.

Así que, adelante! Pongámonos!

 

La música puede ser una buena manera de conectar con los jóvenes o con la gente que vive de espaldas......

 

La música es un elemento muy importante en la liturgia. Ya lo es en la vida, forma parte en la vida de cada uno de nosotros. Podríamos pensar cuántas cosas hacemos con música. La música nos lleva el mensaje clave a nuestro coro. Por eso, aquello que puede hacer imprescindible para acompañar dentro del culto, la plegaria y la liturgia es el mensaje de la canción, con una melodía rica y de calidad, que a buen seguro van en sintonía cuando esta creación nos vendrá dada desde la experiencia vivida por el compositor desde su fe. Con catorce años empecé a acompañar las misas de la parroquia con el órgano, siempre desde un servicio en la comunidad. En todo este tiempo, la experiencia y formación musical, de dirección coral y de animación del "canto litúrgico", ha hecho posible en mí una reflexión al respeto.

 

La música, cuando transforma nuestro interior es un medio por el cual, Dios también se vale porque podamos ser mejores personas. Aun así, nos podemos hacer muchas preguntas: ¿Los miembros de nuestras comunidades cantan? ¿Queda todo en manos del coro o del cantor solista/animador del canto? ¿Es un coro clásico, de música actual...? Nos ayuda a hacer que podamos participar y cantar TODOS JUNTOS durante la celebración? Si los jóvenes se acercan un día, igualmente que personas alejadas que han sido invitadas a venir, ¿entenderán el lenguaje de nuestros cantos? Y nosotros, ¿los entendemos? ¿Se sentirán atraídos por el estilo? ¿Conectaremos con los jóvenes?

 

¿Verán que expresamos la joya de Cristo Resuscitado?

 

La música y el canto en nuestras comunidades tiene que ser fruto de una relación entre la Palabra de Dios y la acción misionera, que ayude a la plegaria, el culto y la adoración y haga de puente entre cada uno de nosotros y el resto de la comunidad. La música y el canto tienen que acontecer un elemento clave en el camino de comunión. Lo tenemos que cuidar. El 1990 fui nombrada por el Obispo de la Diócesis, Delegada Diocesana de Música. Era de las primeras mujeres con un encargo de este tipo. En aquel momento, tomaba el interés para alentar a las personas que hacían el servicio de velar por los cantos a las diferentes parroquias de la diócesis, incluso en aquellos años también a parroquias del Aragón, dándoles mi apoyo y presentando los cantos que se iban creando en el ámbito interdiocesano. También como recurso a la catequesis de niños en encuentros de catequistas.

Ahora, pero, a los responsables diocesanos les propongo hacer un nuevo trabajo, mejor si es en equipo y desde un análisis de la realidad. Dado que el canto puede llegar a ser un indicador para medir la expresión viva de la comunidad, tendremos que trabajar muy motivados para ser facilitadores de este cambio, como nos pueden inspirar las comunidades que están en este proceso.

 

Seamos conocedores de la música evangelizadora que es creada desde la vivencia de fe, desde la plegaria al Espíritu Santo. Las parroquias tienen que apoyar las personas responsables de la música y la liturgia, velando por la formación de estos y disponiendo de un presupuesto para tener instrumentos, grabaciones, buena megafonía, recursos en tecnología informática y del sonido.

 

Empoderar estas personas que pongan al servicio de Dios y de la comunidad sus dones para unir el culto, la liturgia con el canto y así provocar un cambio de vida. Hay que confiar en ellos. El Señor los ha llevado en nuestras comunidades y se los ha dado estos talentos. La atmósfera y ambiente que se crea cuando en una comunidad cantamos todos juntos impresiona y somos conscientes que el Espíritu Santo ayuda en la armonía más viva de la asamblea. ¿Qué diría un joven viéndolo?

 

Se trata de cuidar la música que escogemos teniendo en cuenta la liturgia y la acogida de todo el mundo, también de los jóvenes y de quienes están alejados. Atendemos a todo el mundo. Esta herramienta de evangelización, no va especialmente de los estilos que más puede gustar a los músicos, cantores del coro o incluso al rector o bien a los fieles. Animemos a cantar a todo el mundo, facilitamos que así sea y hagámoslo todos juntos.