Hay una organización que se llama Ayuda a la Iglesia Necesitada que edita un informe cada dos años sobre la libertad religiosa en el mundo. El último se refiere al año 2018. Es un estudio muy voluminoso (700 páginas) con una excelente documentación y es muy valorado por técnicos de distintas profesiones porque les ayuda a conocer con datos objetivos esta problemática a nivel general. Señala, además, los característi cas y peculiaridades de cada país en concreto. Ha recibido muchos elogios por hacer visible esta circunstancia que algunos países se esfuerzan en ocultar.
El marco teórico del estudio tiene el soporte del artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y de la Declaración sobre libertad religiosa (Dignitatis Humanae) del Concilio Vaticano II. Me parece que os interesará conocer algunos datos del mencionado informe: El 61% de la población mundial vive en países donde no se respeta la libertad religiosa; ha habido un retroceso respecto al informe anterior de 2016. Un total de 38 países sufren graves violaciones contra la libertad religiosa; en 21 de ellos hay una declarada persecución y en otros 17 una clara discriminación. La libertad religiosa ha empeorado en China y en la India pero ha mejorado en Siria y en Irak. Se observa en el mundo occidental una gran indiferencia ante este escandaloso fenómeno.
Os recuerdo un dato que aparecía en un artículo de La Vanguardia (25/3/19): ante la matanza en una mezquita de Nueva Zelanda hubo muchas concentraciones de autoridades ante edificios públicos y muestras de rechazo popular de muchos grupos sociales. Continuaba con la enumeración de varios atentados contra comunidades cristianas en distintos países sin que nadie levantara la voz para denunciar la situación. La sola comparación le producía tristeza y escándalo, al autor del artículo. Y a mí también.
Se aprecia en nuestra sociedad un creciente analfabetismo religioso. Da la impresión que algunos dirigentes les molesta la manifestación y el conocimiento de la realidad religiosa del ser humano. Pretenden borrar los vestigios de la tradición religiosa de nuestro entorno cuando es una parte irrenunciable de la cultura occidental. No se puede entender nuestra sociedad sin la huella cristiana. En el caso de los cristianos, hay 178 millones que viven en países donde hay discriminación y 327 millones donde hay persecución. Entendemos por discriminar cuando se aplican las leyes que marginan a un determinado colectivo religioso y no a todos, por ejemplo la imposibilidad de vivir en un determinado barrio o acceder a cargos públicos.
Entendemos por perseguir cuando existe una campaña activa con el fin de exterminar, expulsar o someter a un determinado grupo de personas por su religión de una forma sistemática. El Informe enumera doce conclusiones muy significativas que, por espacio, no podemos reproducir. Os invito a conocerlas entrando en la web de esta organización. Los cristianos no perdemos la esperanza de mejorar nuestra libre condición en todos los países del mundo pero agradecemos la información sobre la misma y la denuncia cuando ello no se produce o se desea ocultar.
Con mi bendición y afecto.
† Salvador Giménez Valls Obispo de Lleida