|17-04-24| Esta semana ha estado en Lleida el obispo leridano de la diócesis japonesa de Fukuoka, Josep Maria Abella, a quien hemos podido entrevistar en el estudio de radio del Obispado. Monseñor Abella, nacido el 1949 y ordenado presbítero en la parroquia de Sant Llorenç de Lleida el 1975, fue al Japón con solo 24 años como misionero claretiano. Estuvo hasta el 1991, puesto que entró al Gobierno General de los Misioneros Claretianos con sede a Roma y viajó por los más de sesenta países donde está presente esta orden para predicar la Palabra de Dios. El 2003 fue nombrado Superior General de los Misioneros Claretianos y el 2015 volvió al Japón como misionero. Su sorpresa fue cuando el 2018 fue nombrado obispo auxiliar de la diócesis de Osaka y el 2020 el papa Francisco lo escogió obispo de Fukuoka.

 
El obispo Abella explica que como claretiano "tenemos que estar dispuestos a ir allí donde nos envíen, me pidieron ir al Japón y no tuve ningún inconveniente". En el país nipón, los católicos son el 0,3% de la población, pero ahora hay más por la llegada de inmigrantes que se unen en las comunidades cristianas, "pero aun así no llegamos al 1% de la población, somos unos 800.000". Lo que hizo el obispo Abella cuando llegó al Japón fue estudiar la lengua, "esencial para predicar el Evangelio, como también aprender a querer el pueblo donde te han enviado, porque si no no se puede ser misionero". Entre los momentos más complicados fue adaptarse a la cultura oriental, "pero estar en una comunidad siempre ayuda y tenía presente que como que me habían enviado a Japón lo tenía que hacer lo mejor posible". Entonces empezó a crear contactos, participar en movimientos ciudadanos y buscar como ser próximo con la gente. "Al principio cuesta un poco, pero al final te sientes parte del pueblo". Hasta 1991 estuvo en la pastoral parroquial, trabajando al movimiento juvenil y animador-misionero de la diócesis de Osaka.
 
"Nuestro objetivo es evangelizar, proclamar la Bonanova y los valores del Evangelio de forma que impacten en la cultura y la visión del mundo que tiene la gente y los ayude a vivir más humanamente", explica el señor obispo, que añade que todo esto tiene que servir para que los fieles "lo transmitan a los otros y hacer de cada católico un misionero". Ahora, afirma que tienen un gran trabajo con los inmigrantes, de los que algunos son católicos, puesto que Japón tiene una legislación muy restrictiva con ellos. Por otro lado, destaca que en la Iglesia del Japón "hay dos características muy parecidas a las de aquí, la de un envejecimiento de los miembros de la Iglesia y un alejamiento de los jóvenes". En este sentido, asegura que el reto más grande que ha vivido es acercar la Iglesia a los jóvenes japoneses. "El próximo 28 de abril inauguramos un centro de jóvenes en la diócesis y no sabemos cuántos vendrán, pero al menos se tiene que intentar y crear lugares donde la gente pueda estar como en casa". Para conseguirlo, asegura que en parte es gracias a los presbíteros que son jóvenes "y tienen que ser líderes". Abella dice que la diócesis de Fukuoka "es una pequeña comunidad", pero que cada vez es más pluricultural por la llegada de gente otros países, "a quienes les tenemos que abrir la parroquia".
 
El próximo mes de noviembre tendrá que comunicar al papa Francisco su renuncia al cumplir 75 años "y si me sustituyen seguiré como misionero".
 
Podéis escuchar la entrevista completa al fichero adjunto.