El Obispo Salvador en una carta pública al director del diario SEGRE habla de la escuela concertada y del servicio que presta a nuestra sociedad. Hace esta carta, por algunos comentarios hechos por instituciones y personas en contra de la libertad de elección de centro, de la financiación de la escuela concertada y de la escuela cristiana en general.

 

Estimado Sr. Director:

 

Tanto en las ediciones de su periódico de ayer, jueves, como la de hoy aparecen noticias referidas a la enseñanza en general, como también algún apunte a la escuela concertada. En el primer caso como información del Consejo Escolar Municipal de Lleida y en el segundo como editorial del mismo periódico titulado “Contra la segregación escolar”.

 

No pretendo polemizar con nadie. Menos todavía facilitar la confrontación entre las dos redes de escuela que conviven en nuestra sociedad. Como responsable de la Iglesia he de ser muy respetuoso con todos porque hay católicos (padres, alumnos, profesores y personal de administración y servicios) en los dos tipos de escuela y pretenden dar lo mejor de sí en ese fundamental servicio que es la educación. Extiendo el buen hacer a todos los profesionales. Sin ninguna duda. Nunca agradecerá nuestra sociedad lo suficiente por la entrega y el trabajo de los profesores que la Administración y la totalidad de instituciones ponen a su disposición.

 

Dicho esto le expongo un lamento que me han trasladado algunas personas de las escuelas cristianas de nuestra ciudad. La lectura de las páginas de los dos días les produce cierto desasosiego porque se sienten preteridos, no tratados con decoro, sospechosos de no aceptar la igualdad, preocupados únicamente por la cuestión económica, inclinados a la segregación por la procedencia social de los alumnos, etc. Cuando no con sutiles amenazas o afirmaciones generales sobre incumplimientos educativos levantando la sospecha de que ellos permanentemente rozan la ilegalidad

 

Me parece que no es sólo una impresión personal. Hay datos objetivos en los que se sustenta dicha versión y que algunas personas dan a conocer. Le pongo un único ejemplo en ese sentido con una afirmación de la editorial de hoy, viernes: “… mientras, los concertados, con cuotas supuestamente voluntarias, excluían sistemáticamente a los alumnos más desfavorecidos” que, si eso fuese verdad, desazonaría a muchos cristianos vinculados a esos centros porque están convencidos de su servicio sincero y entregado, de su lealtad social y de su búsqueda de la igualdad para todos; sugieren incluso en sus palabras una atención esmerada, escolar y económicamente, a los que más lo necesitan. Sería como un dardo lanzado al corazón de las convicciones y de la fe de los creyentes en Jesucristo. Me parece que merecen un trato más ecuánime y que se reconociera el trabajo de estos educadores y de estos centros educativos analizando las causas que dificultan el acceso y la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos.

 

No dudo de que los redactores, como buenos profesionales, habrán usado de sus fuentes de información. Pero tampoco dudo de la rectitud, calidad y generosidad educativa y social de los profesionales de la escuela concertada. Esto se puede comprobar con facilidad.

 

Ruego sepa comprender mi aportación que, sin ningún deseo por mi parte; sólo quiere hacer oír públicamente la voz de muchas familias que se informan por su periódico y me han hecho llegar su disgusto que ahora le transmito. Imagino que ellos (familias y responsables educativos) harán valer, como crean oportuno, sus opiniones y sus preocupaciones.

 

Agradezco sinceramente sus atenciones.

 

Salvador Giménez, obispo de Lleida.