El pasado lunes 15 de febrero el padre Eduardo Sanz de Miguel participó al receso de sacerdotes del Obispado de Lleida que tuvo lugar a la Academia Mariana-Casa de la Iglesia. En esta ocasión, a causa de la pandemia, la sesión también pudo seguirse a través de la plataforma Zoom por los presbíteros de la Casa Sacerdotal y por algunos sacerdotes que no se desplazaron a Lleida.

 

"Las puertas de la cuaresma es una oportunidad para reflexionar sobre este período", dijo. El padre Eduardo recordó los olores, los sonidos, los sabores de nuestra infancia que nos evocan  la Cuaresma. "No podemos vivir de recuerdos, tenemos que vivir el presente. Ahora el gran reto es descubrir a Dios presente en nuestras vidas", destacó.

 

"Nos es muy fácil decir que Dios se manifestó a San Francisco de Asís, a santa Teresa del Niño Jesús, pero nos es difícil reconocer esta presencia amorosa de Dios, en estos tiempos recios que nos ha tocado vivir".  Y en este sentido recordó el texto de San Juan de la Cruz en el que decía que "en estos tiempos en que la malicia crece a nuestro alrededor, Dios se manifiesta todavía más".

 

"Los santos padres nos insisten en que todos los cristianos tendemos a ser contemplativos", afirmó. El padre Eduardo definió contemplativo como "el que mira con los ojos de Dios". "Es decir, el que no se queda con las apariencias, el que es capaz de mirar más allà de lo que está en la superficie para descubrir lo que está en la profundidad", dijo.  

 

"Estamos llamados a descubrir la presencia de Dios en los acontecimientos de cada día". "Este es el gran reto del cristiano del siglo XXI en tiempos de pandemia, descubrir la presencia amorosa de Dios".  Y para hacerlo nos ayuda la historia, aseguró.

 

El padre Eduardo destacó que "el origen de los Evangelios es la Pascua". "Durante los 300 primeros años del cristianismo no había fiestas determinadas, solo el Domingo. Pero muy pronto se empezó a celebrar un Domingo de una forma distinta". "Para prepararse surgieron unos días de ayuno. Los ayunos se fueron institucionalizando a todos los viernes y todos los miércoles". El padre Eduardo recordó que "los ayunos se fueron complicando y diversos autores alargan los ayunos para que fueran 40 días, el tiempo que Jesús pasó en el desierto, y en occidente se generalizó empezarla el miércoles de ceniza".

 

El padre Eduardo destacó la importancia del catecumenado en la edad antigua y su relación con la Cuaresma. También explicó que los antiguos dieron mucha importancia al simbolismo de los números. "El convencimiento de que Dios lo ha creado todo con armonía y de que el universo canta la gloria de Dios si sabemos descubrir esta armonía".