Queridos diocesanos:
Tengo por costumbre en esta jornada, tan importante para los miembros de la Iglesia, no escribir dos textos diferentes: el que llega directamente a las comunidades cristianas a través del FULL y el que aparece en la prensa local para los que se acercan al periódico. A todos os agradezco vuestro interés por informaros sobre las iniciativas eclesiales. Lo esencial de hoy es la consideración de la Iglesia como una gran familia en la que todos tienen un lugar de
responsabilidad. Reproduzco a continuación el texto que aparece en el FULL DOMINICAL.
Como cada año cuando llega el mes de noviembre nos dirigimos a todos los miembros de la diócesis para dar cuenta de las actividades promovidas y realizadas por nuestras comunidades y los recursos económicos que ha utilizado nuestra misma Iglesia. Y eso con una doble intención: para pedir a todos la colaboración en esta gran tarea común y para agradecer la ayuda recibida.
Hay una palabra que se repite en los lemas propuestos en los últimos años: la FAMILIA. Se ha intentado visualizar y unir el contenido de la familia nuclear, del que todos gozamos con nuestros padres, abuelos o hijos, y el señalado para la Iglesia, por consiguiente la diócesis, como una gran familia donde el amor, el respeto y la libertad para crecer y ser educados, adquiere una importancia singular. Cada año ha tenido un matiz distinto pero lo esencial de la institución se ha explicado de un modo adecuado para llegar a todos los sectores de la sociedad.
En la jornada de este año se desea acentuar la humildad como base de la fundamentación familiar de todos los cristianos como hijos de Dios y hermanos de todos. Humildad porque resalta el trabajo y la dedicación de cada uno para que resulte significativo el sumado de la comunidad.
Se señala la responsabilidad personal como contribución al servicio comunitario. Aparece así en la primera parte del lema como una gran afirmación: SOMOS LO QUE TÚ NOS AYUDAS A SER. Ni más ni menos. Valora lo personal y su consecuencia social. Si cada uno no se compromete con la familia eclesial y con toda la sociedad, si cada uno no participa de modo activo en la ayuda, si cada uno no sale de sí mismo y se entrega a los demás, si cada uno no se
responsabiliza de la suerte de sus hermanos… limita la esencia y el trabajo de todos los demás miembros de nuestra iglesia.
Cuando una institución reconoce que cada miembro, por insignificante que parezca, tiene su lugar asignado y es insustituible su función, acentúa la dimensión personal y entronca con el amor y la salvación de Dios para cada uno de ellos. Os invito a desempeñar conscientemente vuestra responsabilidad para que la comunidad pueda expandir la luz de Cristo a todos que se concreta en el servicio, en el talante y en el compartir con la finalidad de seguir alabando y
dando gracias a Dios por habernos dado la filiación y recordarnos cada día la fraternidad.
SOMOS UNA GRAN FAMILIA CONTIGO. Repite la necesidad de contar con cada miembro para que la familia despliegue toda su enorme potencialidad en la ayuda y en el compromiso con todos los seres humanos en uno momentos tan duros de la pandemia. En nombre de toda la diócesis el obispo pide un año más vuestra personal colaboración; en nombre de todos los que se benefician de los recursos comunitarios, agradece vuestra generosidad. En las páginas del Full Dominical podéis encontrar un resumen anual de las actividades y de las partidas económicas correspondientes para su desarrollo. Es un buen termómetro para medir el trabajo y la creatividad de cada persona y de toda la comunidad.
Con mi bendición y afecto
+Salvador Giménez, obispo de Lleida