Tipus
Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 04/30/2023

Queridos diocesanos:

 

El día primero de mayo está lleno de manifestaciones y reivindicaciones laborales por parte los trabajadores en muchos países del mundo desde finales del siglo XIX. Tanto es así que las legislaciones se han ido adaptando a los cambios en las realidades del mundo obrero y las sociedades de signo muy diverso han acordado esta fecha como la adecuada para visualizar la importancia de los obreros en los medios de producción. Este acuerdo, marcado por los organismos internacionales a los que pertenecen la práctica totalidad de los países, se ha modificado en algunos sitios fijando otra fecha para la celebración pero manteniendo la importancia de la clase obrera en un mundo que se industrializaba de manera rápida y que era de estricta justicia oír su voz y atender sus reivindicaciones laborales. Demasiada gente podía quedar en la cuneta de la vida o no contar en las distintas fases del capitalismo que se expandía.

 

Se celebra este día a raíz de las huelgas del año 1886 en Chicago para pedir, entre otras cosas, la jornada laboral de ocho horas. Este acontecimiento se saldó con prisión y penas de muerte para algunos trabajadores. En un Congreso posterior (1889) se internacionalizó i la Organización Internacional del Trabajo (OIT) dio carta de naturaleza a la voz de los trabajadores.Nacía un mundo nuevo en el desarrollo de las relaciones laborales y en la acumulación y distribución de la riqueza que entre todos producían. Las diversas concepciones ideológicas dieron soporte documental a las actividades organizadas por todas partes.

 

El año 1891 el papa León XIII publicó la famosa encíclica Rerumnovarum que pretendía aportar la voz de la Iglesia a los acontecimientos que se sucedían con rapidez y, en ocasiones, con agresividad. Os recuerdo algunos titulares de capítulos que contenía la referida encíclica: Sobre la situación de los obreros, la Iglesia y el problema social, las asociaciones de trabajadores, la solución definitiva, la caridad. Desde entonces se han publicado muchos documentos siguiendo la evolución de los acontecimientos de las relaciones laborales. Ha sido un largo período con profundos cambios en la sociedad, guerras mundiales, descolonización e independencia de muchas naciones, caída de los regímenes socialistas, implantación de dictaduras de nuevo cuño, capitalismo y globalización, organización de los trabajadores… y otros muchos hechos ante los que la Iglesia ha intentado responder con prontitud y coherencia evangélica. Algunos sectores eclesiales han lamentado que las respuestas no han sido las adecuadas por lentas y cortas de visión; otros afirman que la Iglesia no debería entrometerse en estos asuntos que tienen gran variedad de soluciones y perspectivas. A todos se les recuerda que nada de lo que hace el ser humano le es ajeno a la comunidad eclesial; sus orientaciones podrán ser más o menos atractivas o aceptadas por amplios sectores pero, no cabe la menor duda, que pretenden seguir las palabras de Jesús y concretar el tipo de relaciones que nos propone como la mejor solución para este mundo: respeto a la dignidad de la persona, defensa constante de la vida, justicia y equidad para todos y en cualquier orden de la vida (la cultura, la economía, el trabajo…); el amor y la lucha contra el egoísmo personal y de grupo o clase social; el diálogo y la cercanía en lugar del enfrentamiento y la descalificación.

 

Todo ello define lo fundamental como dar a conocer los dichos y hechos de Jesús, de evangelizar en definitiva. Ese es el objetivo especial que se marcan los agentes de pastoral encuadrados en los movimientos de pastoral obrera para que este sector no olvide la presencia de Cristo en sus vidas. A pesar de nuestros olvidos e indiferencias, de nuestros pecados y desprecios existen grupos de cristianos que en estos convulsos siglos últimos se empeñan en acompañar al mundo obrero, con sus trabajos dignos o indignos, con los parados, con las familias sin recursos. Gracias por la tarea.  

 

Con mi bendición y afecto                 

  +Salvador Giménez, obispo de Lleida.

 

 

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