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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Dom, 03/17/2024
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Queridos diocesanos:

 

Existen abundante realidades o situaciones que causan al ser humano diversas emociones, extrañeza, repulsa, adhesión, dolor o alegría. Todos las identificáis porque son causa de muchos problemas sociales. Cualquiera podría hacer una relación de lo que ocurre a nuestro alrededor y nos invade de preocupación: las guerras, el hambre, las desigualdades, la trata de personas, el maltrato de las mujeres, la sequía, las migraciones y un largo etcétera.

 

Los cristianos acudimos a Dios para solicitar ayuda ante estas problemáticas y poder encontrar una solución aceptable y beneficiosa. O, al menos, para mitigar sus consecuencias perversas. Hace unas semanas pedíamos los obispos oraciones por la lluvia; constantemente pedimos por la paz y el fin de las guerras; hay jornadas sobre los migrantes o los enfermos; campañas de trabajo o formación sobre los abusos a menores o la profundización del tiempo libre en la juventud. Ese tipo de recuerdos   no es algo extraordinario en la vida de los cristianos. Contamos con Dios ante cualquier acontecimiento y siempre buscando el beneficio de todos. Es cierto que las oraciones no son repeticiones de fórmulas mágicas sino confianza en Dios y compromiso personal ante el problema.

 

En el interior de la Iglesia también existen situaciones que nos obligan a pedir la ayuda de Dios. Es el caso de este domingo que elevaremos oraciones por el Seminario, por los formadores del mismo, por los seminaristas y por todos aquellos con responsabilidad directa en esa institución. La oración cristiana es una auténtica comunicación, tiene ida y vuelta; escuchamos, hablamos y pedimos, alabamos a Dios y le damos gracias. Los interlocutores son el mismo Dios y el ser humano que establecen una relación fluida entre ambos donde la obediencia del segundo y el amor y respeto de los dos encierran una maravillosa unión de sentimientos que permite una coherencia en la vida que es fundamental para cumplir el designio del Creador. La petición no es una manera de escapar o de paralizar la acción humana. Pedimos a Dios pero nos preguntamos de modo inmediato cuál es nuestro compromiso concreto en esa petición puesta en las manos de divinas.

 

El lema del día del Seminario de este año es Padre, envíanos pastores. Es una oración de petición. Porque estamos de acuerdo y queremos el contenido de la expresión; porque  necesitamos pastores para nuestras comunidades, porque debemos todos apoyar una pastoral vocacional auténtica que anime a los jóvenes a ponerse al servicio de la comunidad como pastores que escuchan, que acompañan, que enseñan, que promueven la santificación de todos.

 

Además de la petición hecha a Dios que demuestra nuestra confianza y antepone su gracia a los sentimientos humanos, es importante recordar la responsabilidad que todos tenemos con el Seminario. Cada uno, según su misión eclesial, tendrá mayor o menor cercanía pero todos los miembros del Pueblo de Dios son conscientes de su amor y de su obligación con esta importante institución educativa: los actuales pastores siendo auténticos testimonios delante de la comunidad, manifestando alegría y felicidad por su ministerio; las familias, y en concreto los padres, creando un ambiente donde sea fácil para sus hijos decidir un ingreso futuro en el  Seminario; los catequistas y profesores cristianos favoreciendo el estilo de vida ministerial; los jóvenes mostrando valentía y coraje para entregar su vida a este servicio; las comunidades cristianas en general creando espacios y tiempos de oración por este motivo y valorando el servicio que prestan los sacerdotes.

 

Necesitamos cambiar el signo de las cosas. No quedarnos paralizados por las dificultades y carencias y trabajar unidos en el importante desarrollo de la pastoral vocacional.

 

Con mi bendición y afecto,                                        

 

+Salvador Giménez, obispo de Lleida.                     

 

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