Los días 18, 19 y 20 de octubre se celebró en Albacete el XII Encuentro y II Congreso Nacional de la Divina Misericordia. De Lleida fuimos un nutrido grupo acompañados por nuestro consiliario Mn. Javier Jauset. Él mismo inauguró dicho congreso con una ponencia sobre ' Misericordiosos en la palabra'.

 

Asistieron a estas jornadas monseñor Angel Fernández, obispo de Albacete y Stanislaw Rylco-cardenal arcipreste de la Basílica de Santa Maria la Mayor de Roma, quién disertó sobre 'La eucaristia fuente de misericordia'. También asistió monseñor Ricardo Blázquez, cardenal de Valladolid, y presidente de la Conferencia Episcopal Española que impartió una conferencia sobre 'La misericordia nace del corazón de Cristo'. De manera especial nos impactaron las experiencias vividas por dos religiosas del santuario de la Divina Misericordia en Cracovia (Polonia) donde vivió y murió Santa Sor Faustina. Ellas se centraron en 'La confianza en la espiritualidad de la Divina Misericordia'.

 

También impartió una conferencia el Padre Patrice Chocholski-rector del santuario San Juan Maria Vianney en Ars (Francia) y secretariado de congresos internacionales de la Divina Misericordia. Su ponencia fue sobre 'La Confesión: lugar de encuentro con la Divina Misericordia'. Explicó sus experiencias escuchando a personas de la población de Ars, lugar donde actualmente ejerce como rector y donde permanece muy vivo el recuerdo del santo cura de Ars.

 

El sábado por la noche tuvo lugar una vigilia de oración en la Catedral, dirigida por el obispo emérito de Albacete, Ciriaco Benavente.  Hubo también cuatro testimonios de personas que experimentaron 'La Misericordia de Dios' de tal manera que cambió sus vidas. También el domingo, monseñor Rino Fisichella, presidente del Pontíficio Consejo para la Nueva Evangelización expuso el tema ' La misericordia en la nueva evangelización'.

 

En el encuentro asistieron unas 500 personas llegadas de diferentes puntos de España, acompañadas de sacerdotes y obispos. A nuestro regreso estábamos llenos de alegría por haber escuchado tantas vivencias diferentes pero en todas ellas estaba el Espíritu Divino, que en cierta manera nos tocó un poco a todos los asistentes. Pedimos a Jesús misericordioso que estas experiencias nos ayuden en nuestra vida diaria y que sepamos transmitirlas a los demás.