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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 04/07/2024

Queridos diocesanos:

 

Durante este tiempo de Pascua se celebran con más asiduidad y alegría festiva los sacramentos que llamamos de la iniciación cristiana. En gran cantidad de parroquias se preparan estos actos por parte de los sacerdotes y catequistas para que quienes se acercan a recibir los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía tengan una experiencia cristiana imborrable. Los padres también participan en la preparación y asisten con convicción a dicha celebración ampliando la fiesta con otros familiares y amigos. Son momentos intensos para la vida parroquial y familiar. El objetivo de la comunidad cristiana se centra en el anuncio del mensaje de Jesucristo y que todos podamos vivir con mayor coherencia aquello que hemos aprendido en las sesiones de catequesis. Sobra decir que los sacramentos se administran de forma ordinaria durante todo el año aunque en este tiempo pascual se le da mayor participación comunitaria.

 

La celebración se sitúa en un momento concreto de la vida parroquial pero requiere el trabajo de preparación durante un tiempo determinado. Es lo que llamamos catequesis que se realiza gracias al trabajo desinteresado de los catequistas que toda parroquia mantiene como un soporte fundamental de la vida cristiana. Esta tarea exige la colaboración de los padres de los que van a recibir la Primera Comunión o la Confirmación. El párroco orienta y coordina esta acción catequética convocando a los diferentes grupos para organizar esta actividad y para conseguir que todos se sientan llamados a responsabilizarse del anuncio del evangelio. Cada persona tiene una función concreta en la educación de la fe pero no se puede desentender nadie de su participación en ese proceso educativo. Ahí tenéis el objetivo, la intención y el deseo de toda la comunidad.

 

Me parece importante dejar constancia de la gratitud que merecen por parte de toda la comunidad los catequistas que semanalmente dedican su tiempo a las sesiones de explicación y vivencia del conocimiento de Jesucristo. Personalmente me siento doblemente obligado a reconocer y agradecer este fundamental servicio en favor de la comunidad parroquial y diocesana además de los que se benefician directamente de este trabajo. Amplio esta gratitud a los responsables de los centros educativos y a los miembros de los movimientos apostólicos.

 

Todos habéis oído más de una vez que la catequesis no se reduce a una memorización de conceptos o frases que, a fuerza de repetición, aprendemos en esos momentos, y recordaremos siempre, previos a la recepción del sacramento. Se trata de dar a conocer los misterios de la fe para que se aprenda y haga suyo lo esencial de la vida cristiana, pero, como la misma palabra indica, implica el concurso de todo el individuo que utiliza su mente para comprender, su corazón para querer y para rezar, sus manos para actuar y sus pies para acercarse al espacio sagrado donde se encontrará con Dios que se le revela y para estar cerca de los hermanos, sobre todo de los que más sufren. Es un aprendizaje global y total que recaba la complejidad del ser humano que responde a la llamada de Dios pero también exige la paciencia de los catequistas que ayudan a descubrir y a comprometerse con el seguimiento de Cristo. Es una experiencia muy gratificante para estos últimos; algunos llevan muchos años de dedicación a esta labor y son grandes especialistas en la transmisión de la fe.

 

Además del reconocimiento y la gratitud os pido a todos una más estrecha colaboración para que la vida cristiana de cada uno sea un auténtico testimonio del Evangelio. Esa será la gran lección que podemos ofrecer a los que viven cerca de nosotros y desean buscar a Dios.

 

Con mi afecto y bendición.

 

                                                                                     +Salvador Giménez, obispo de Lleida.

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