La Navidad es un milagro. Una noche fría, en un pequeño establo, de una manera inesperada, en el silencio, en una gran pobreza y soledad, aconteció aquello que toda la humanidad estaba esperando: Dios se hizo Hombre. Y lo hizo desde la escasez material y la miseria. Por eso decimos que la Navidad es la fiesta de los excluidos, los frágiles, los humildes.

 

Hoy, 1 de cada 3 personas vive en situación de pobreza y exclusión social en nuestra diócesis, con dificultades para hacer frente a los gastos de suministros, a la comida o al alquiler de un hogar. Como cristianos, no podemos dar la espalda a todas estas personas que por motivos económicos, familiares y de salud su día a día se convierte en una auténtica carrera de obstáculos y que no podrán disfrutar de la joya de estas fiestas.

 

Navidad es momento por la esperanza, de creer que es posible una verdadera solidaridad y generosidad entre todas las personas que convivimos en sociedad. Cualquier gesto a favor del bien común, por pequeño que sea, acontece el inicio de una nueva obra. Hacemos, pues, que esta Navidad se llene de pequeños milagros!

 

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