El sábado, 31 de diciembre de 2022, fallecía en Roma a la edad de 95 años el que fue Papa, Obispo de Roma y sucesor de san Pedro. Renunció al pontificado el 11 de febrero de 2013 y, desde entonces, ha permanecido retirado al silencio y a la oración en una vivienda situada dentro de los jardines del Vaticano. El papa Francisco nos alertó a todos al pedir una oración por el papa emérito que parecía estar en las últimas horas de su vida en este mundo. Como así ha sido.

Siguiendo las indicaciones del papa Francisco me dispongo a rezar y a pedir a todos vuestras oraciones sobre este gran personaje que ha cumplido su misión en esta tierra. También me atrevo a escribir este minúsculo comentario en nuestros medios locales con el fin de resaltar algún detalle de la vida del papa Benedicto que nos pueda servir de modelo de actuación para nuestra propia vida.

En pocas horas he leído muchas y distintas referencias escritas por obispos, teólogos, científicos con fe y sin ella, periodistas, historiadores, autoridades de otras confesiones y religiones, cristianos anónimos. Todos ellos han manifestado su admiración, su respeto y su gratitud por la vida y la obra de este genial personaje que, seguro, pasará a la historia de la Iglesia y del mundo entero como un reconocido intelectual –sus obras completas atestiguan esta característica con más de 20.000 páginas escritas e infinidad de conferencias y discusiones con otros estudiosos-, como un profundo creyente que ha sido modelo para otros muchos –su búsqueda de Dios, la invitación permanente a encontrarse con Él, sus aportaciones sobre la Verdad, sobre la libertad y sobre la Fe , la Esperanza y la Caridad, muestran los fundamentos de sus propias convicciones y dónde y en Quién apoyaba su confianza vital- y como un fiel pastor de la Iglesia que ha sabido orientar a todo el Pueblo de Dios por los caminos de la humildad y de la comunión reconociendo sus limitaciones personales ante otros graves problemas eclesiales como la transparencia económica o el tremendo tema de los abusos sexuales y presentando la renuncia al Pontificado. Humilde y valiente, trabajador incansable y descubridor de la belleza aplicada a la fe, buen comunicador y fino especialista en los saberes teológicos. ¡Qué más se puede decir sin repetir lo que tantos otros han escrito!

Muchos de vosotros habréis leído lo mismo que yo. O lo habréis escuchado en comentarios y tertulias. Sólo me gustaría en este momento informar y aconsejar la lectura del último documento, su Testamento Espiritual, que se hizo público ayer y que lo escribió el 19 de agosto del año 2006 para darlo a conocer tras su muerte. Es un texto muy breve y muy iluminador.

Empieza con la mirada hacia toda su vida y dice “doy gracias a Dios mismo, dador de todo bien, que me dio la vida y me guió…” “Doy gracias a mis padres que me dieron la vida en una época difícil…”, “… por los muchos amigos, hombres y mujeres, que siempre ha puesto a mi lado”, “doy gracias al pueblo de mi patria… rezo para que nuestra patria siga siendo una tierra de fe y os lo ruego, queridos compatriotas: no os dejéis apartar de la fe…”.

“A todos a los que he hecho daño de alguna manera, les pido perdón de todo corazón. Lo que antes dije a mis compatriotas, lo digo ahora a todos los que en la Iglesia están confiados a mi servicio: ¡Manteneos firmes en la fe!... He vivido transformaciones de las ciencias naturales desde hace mucho tiempo, y he podido comprobar cómo, por el contrario, las aparentes certezas contra la fe se han desvanecido demostrando no ser ciencia sino interpretaciones filosóficas… Jesucristo es verdaderamente el camino, la verdad y la vida, y la Iglesia, con todas sus limitaciones, es verdaderamente su cuerpo”.

Acaba pidiendo oraciones por él mismo. Así lo hacemos en este momento. Anunciaremos, además, el día y la hora de una celebración de la Eucaristía para toda nuestra diócesis. Os agradezco vuestra atención.

 

Salvador Giménez, obispo de Lleida, a 1 de enero de 2023.