|23-09-24| El pasado domingo 22 de septiembre se celebró en la parroquia de Santa Teresita la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, fiesta que ha llegado ya a la edición número 110. La misa, como acto principal de la celebración, fue presidida por el obispo Salvador Giménez junto con Mn. Adrian Burka, responsable de la Pastoral para personas migradas, y el sacerdote carmelitano de la parroquia Santa Teresita.

 
A la misa participó gente de la parroquia, personas que trabajan con las comunidades de personas migradas y refugiadas y representantes de países como Camerún, Senegal, Guinea, Bolivia, Honduras, Colombia, Ecuador, México, Venezuela, Egipto, Ucrania y Rumanía. Fue una misa muy participativa, donde se hizo visible la diversidad del pueblo de Dios. Un pueblo que es acompañado por el mismo Dios. De hecho, el lema de este año ha sido: "Dios anda con su pueblo".
 
Des de la Pastoral de personas migradas, manifestaron que más allá de la diversidad, somos personas creyentes, que queremos recorrer el camino de peregrinación hacia la tierra promesa, la tierra donde nos espera la salvación. Personas dispuestas a meter su granito de arena para que conjuntamente podamos construir un nosotros cada vez más grande, tal como lo decía el Santo Padre Francisco en una edición anterior de esta Jornada.
 
Desde la emoción más profunda le damos gracias a Dios que anda a nuestro lado para fortalecernos y para ayudarnos por el camino hacia la salvación. También agradecemos a las personas que nos han abierto las puertas de la comunidad para vivir conjuntamente nuestra fe, una fe Jesucristo que dio su vida para salvarnos. Pero la fiesta no acabó con la misa.
 
Después de la foto con el señor obispo, la mayoría de las personas llenó el salón de actos de la parroquia. Con mucha alegría se compartió comidas de los pueblos presentes, mientras se hacía la parte más lúdica de bailes y de cantos folclóricos. A continuación se jugó al fútbol. El equipo ganador, a pesar de que se declararon ganadores todos los equipos, fue el de Jericó, que se quedó con la copa. Con ganas de reencontrarnos pronto, nos despedimos y quedamos con el deseo de cultivar las relaciones para hacer camino juntos. Deo gratias!