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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Dom, 11/08/2015
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LOS INSTITUTOS RELIGIOSOS TIENEN UN FUNDADOR

He percibido durante este tiempo el cariño que muchos ilerdenses muestran a los miembros de las comunidades de religiosos. Unos manifiestan una verdadera amistad, otros colaboran con gusto en sus obras apostólicas, otros participan en sus actividades cultuales y otros admiran su estilo de vida entregado de forma desinteresada al prójimo. Seguramente hay personas no creyentes que podrán figurar en todos estos grupos. Pero los cristianos sabemos desde siempre la enorme riqueza que supone para la Iglesia la existencia de tantas instituciones que se dedican a la enseñanza, a la asistencia social o a la vida contemplativa.

Cada comunidad diocesana forma parte de un llamado instituto de Vida Consagrada que puede tener casas en muchos lugares del mundo y sus miembros pasan largos períodos de sus vidas en los sitios más insospechados. Siempre anunciando a Jesucristo y sirviendo a su prójimo. Lo hacen en comunidades donde viven como hermanos y siguiendo las pautas o las características impresas por el fundador. Todos los cristianos nos aprovechamos de su dedicación y nos enriquece espiritual y eclesialmente su existencia. Nos ayudan y nos hacen mucho bien a sacerdotes y laicos.

Estamos viviendo las últimas semanas del Año de la Vida Consagrada (concluye el próximo día 2 de febrero de 2016) donde la Iglesia ha querido que todos se percaten de la vida y del servicio de los religiosos en sus distintos carismas pidiendo que los conozcamos un poco mejor y que recemos por ellos y por su futuro. Tenemos que sentir la obligación de implicar nuestra vida en la oración por las vocaciones a las diversas congregaciones. Y también en el agradecimiento a su compromiso evangélico.

Esta reflexión personal que os propongo a vuestra consideración se debe al general recordatorio sobre el mencionado Año convocado por el papa Francisco y al concreto dato de celebrar hoy el recuerdo del Beato Francisco Palau, paisano nuestro de Aitona y fundador de las Hermanas Carmelitas con casas en nuestra diócesis. Es muy interesante conocer algunos rasgos de su biografía desarrollada en nuestras tierras entre finales del siglo XIX y principios del XX: entusiasmo en la predicación, austeridad en su vida personal y con unos pensamientos recogidos en sus escritos que nos pueden servir perfectamente en la actualidad.

Debería recordar a los demás fundadores aunque sólo fuera con el nombre propio para que al leer esta glosa os llevara la curiosidad a acercar vuestra mirada a su persona y a su obra. Sta. Teresa de Jesús con las distintas ramas de Carmelitas, san Antonio Mª Claret con los Claretianos, san Ignacio de Loyola con los Jesuitas, san Pedro Nolasco con los Mercedarios, san Francisco de Asís con las distintas ramas de los Franciscanos, san Francisco Coll con las Dominicas, la Beata Madre Ráfols con las Hermanas de Sta. Ana, Sta. Teresa Jornet con las Hermanitas, san Vicente de Paúl con las Hijas de la Caridad, san Juan Bosco con los Salesianos, san Juan de Dios con los Hospitalarios, san Marcelino Champagnat con los Maristas, la Madre María Félix con la Compañía del Salvador, la Beata Anna M. Janer con las Hermanas de Urgel, Sta. Juana Jugan con las Hermanitas de los Pobres, la Venerable María Güell con las Misioneras Hijas del Corazón de María y la Venerable Esperanza González con las Misioneras Esclavas.

                        Hay otras asociaciones de fieles, completando el cuadro anterior, que nos han proporcionado unas sensibilidades eclesiales, iniciadas y motivadas por la intensa personalidad de un fundador y que las han puesto al servicio de todos. Me gustaría dejar constancia escrita de mi reconocimiento personal y de la inmensa gratitud en nombre vuestro. Reconozco que algunos los tienen siempre presentes: los enfermos, los alumnos, los ancianos, los presos, los discapacitados, quienes están en riesgo de exclusión social… Otros necesitamos que alguien nos recuerde su labor para darnos cuenta de la importancia que en estos momentos tiene la bondad y la fraternidad. Descubrir esto nos permite tener más confianza en el ser humano.

                                                                                              +Salvador Giménez

 Obispo de Lleida.