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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 01/27/2013
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 En virtud del Bautismo y de la Confirmación, cada cristiano es llamado a ser testigo del Evangelio. Pero Dios ha invitado siempre a algunos a una entrega total de sí mismos a la causa del Reino con vocación especial. Es lo que celebraremos a las 17 horas de este domingo 27 en la Iglesia Parroquial de Alcarràs. Queremos celebrarlo y agradecerlo. Quiera Dios que todos los que sientan resonar en el corazón la llamada del Señor digan un 'sí' generoso y alimenten después, día tras día, permaneciendo unidos a Cristo como los sarmientos a la vid.

Al entregar al nuevo diácono el libro de los Evangelios, le diré: "Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido hecho mensajero, y cree lo que lees, enseña lo que crees y practica lo que enseñas".

Recibe este ministerio y recíbelo con espíritu de pobre. No es ningún derecho, ni tuyo ni mío, es un don para el "servicio" (Lumen Gentium 29). Serás mensajero del evangelio de Cristo, pero nunca su propietario que puede disponer de él a conveniencia. Podrás desempeñar muchas funciones: proclamar el Evangelio, instruir al pueblo, bautizar, distribuir la Eucaristía, bendecir el matrimonio, celebrar exequias, guiar asambleas de oración, promover iniciativas de caridad, animar sectores de pastoral o comunidades eclesiales, gestionar la administración... Pero, más allá de las actividades concretas, la misma presencia del diácono constituye un signo sacramental de Cristo siervo y debe promover la vocación a servir que es común a todo el pueblo de Dios.

EI sacramento del Orden capacita para actuar válidamente en nombre de Jesucristo, más allá de la propia santidad personal, pero para servir al estilo del Señor es necesario seguirlo de cerca y libres de lazos y de intereses. El "Aquí estoy" que pronuncia el candidato pide estar dispuesto a vivir con una vigilancia crítica ante todo aquello que pueda distraerlo de lo único necesario, es decir, el servicio de Dios y de los hermanos: eso es, también, lo que justifica el celibato por causa del Reino. Y pide también "revivir el amor de Cristo Esposo hacia la Iglesia esposa", y por ello "ser capaz de amar a la gente con corazón nuevo, grande y puro, con auténtica renuncia de sí mismo, con entrega total, continua y fiel" (Pastores dabo vobis 22).

Agradezcamos a Dios este don tan precioso a la Iglesia y al mundo y demos gracias también de todo corazón a la familia de Juan Ignacio por haber ofrecido un hijo a la Iglesia y también a todos aquellos que, de una u otra manera han contribuido a su formación. Roguemos para que este nuevo diácono y todos los pastores del mundo, nos parezcamos cada vez más a Cristo, Siervo de Dios, que vino a servir y no a ser servido.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida