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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 10/07/2012
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50 Años de actualidad

 El próximo jueves, día 11, se cumplen los 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II convocado por el Papa Juan XXIII para abrir las ventanas de la Iglesia a la cultura del momento y buscando acercarse también a otras culturas en vías de desarrollo. Se trataba de responder a una pregunta de fondo: "Iglesia, ¿qué dices de ti misma?" Y redefinir su misión en medio del mundo y dentro de él. Ya no se debería hablar de Iglesia y mundo, sino de Iglesia en el mundo, compañera de camino, evangelizadora y testigo encarnado de Jesucristo. Desde el mismo discurso inaugural, Juan XXIII pedía estar atentos a los signos de los tiempos y no confiar en los "profetas de calamidades, que ven en los tiempos modernos sólo prevaricación y ruina".

Es imposible imaginar lo que sería hoy la Iglesia católica sin este Concilio (1962-1965) que dio un impulso determinante a las transformaciones sociopolíticas, culturales y religiosas del siglo XX, y tiene virtualidades que aún pueden animarnos ante los retos del nuevo milenio y todo lo que acompaña este "cambio de época".

Ciertamente, hay quien ha instrumentalizado la renovación conciliar desviándola con abusos, exageraciones y errores. Las divisiones sufridas en la Iglesia católica en estos cincuenta años han sido provocadas fundamentalmente por las interpretaciones que se han hecho, tanto de la letra como del espíritu de los documentos conciliares, pero es injusto decir que el Concilio haya sido la causa. Es más, comparto absolutamente una convicción: para los miembros de la Iglesia católica no es optativo estar a favor o en contra del Vaticano II.

Es preciso volver a adentrarnos en los textos conciliares (Constituciones, Decretos y Declaraciones) que, en palabras del beato Juan Pablo II, «no pierden su valor ni su esplendor".

En esta perspectiva, el Año de la Fe al que Benedicto XVI nos ha convocado, y que iniciaremos este mismo día 11 en nuestra Catedral a las 20 horas en comunión con toda la comunidad católica mundial, es una iniciativa que quiere "contribuir a una renovada conversión al Señor Jesús y al redescubrimiento de la fe, para que todos los miembros de la Iglesia sean testigos creíbles y gozosos del Señor resucitado, capaces de indicar la 'puerta de la fe' a tantas personas que buscan la verdad ".

El inicio del Año de la Fe coincide con los veinte años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica, auténtico fruto del Concilio Vaticano II, y con la celebración en Roma del "Sínodo mundial sobre la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana" (del 7 al 28 de octubre), una ocasión inmejorable para introducir a todo el cuerpo eclesial en un tiempo de especial reflexión y redescubrimiento de la fe profesada, celebrada, vivida y rezada.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida