Mor Samb es mediador intercultural en los programas de Temporeros y Asentamientos de Cáritas Diocesana de Lleida, y en los últimos días su tarea principal ha sido acompañar a los temporeros que han llegado al refugio instalado en la parroquia de Sant Ignasi de Lleida, impulsado por Arrels-Sant Ignasi, Cruz Roja y Cáritas. Nos explica, de primera mano, cuál ha sido la situación.

 

Explícanos el servicio que se abrió en la parroquia de Sant Ignasi?

Se trata de un servicio temporal y complementario, que se ha puesto en marcha para las personas que vienen a recoger fruta con el objetivo que no se encuentren en la calle. El problema es que, como que es complementario, el lugar es muy pequeño y no hay espacio para todo el mundo que llega.

 

¿Qué hacéis en este refugio de temporeros?

Principalmente se ofrece un espacio para dormir, para comer, que se puedan duchar y el material necesario para poder desarrollar estas tareas.

 

En medio de todo ello, ¿cuál es tu tarea?

Mi principal función es acompañar a estas personas. Cuando llegan a la parroquia, los recibe personal de Cruz Roja y yo estoy allí por si no entienden algo. Después voy a su lado hasta la recepción por si tienen problemas de comprensión del idioma y les enseño el espacio donde vivirán. Voy con ellos durante todo el recorrido hasta que llegan a su espacio dormitorio.

¿Cuántas plazas hay al refugio?

Son 10 plazas y ha estado lleno. Aun así, a veces las personas van cambiando. Unos duermen dos noches y marchan, entonces llegan otros,.. Pero las plazas siempre están llenas.

Así que debe de haber lista de espera…

Sí. Hablando con el chico de recepción, me explicó que tenían 12 personas a la lista, cuando el refugio ya estaba lleno.

 

¿Cómo llegan las personas al refugio?

Los primeros que llegaron lo hicieron por casualidad y otras vienen derivados del centro que hay en el pabellón Agnès Gregori. La mayoría, pero, se enteran del servicio porque se lo explican entre ellos.

 

¿Cuáles son las principales preocupaciones de estas personas?

Las preocupaciones principales son que vienen de otro lugar del Estado español para trabajar y llegan pensando que apenas aterrizar se podrán  a trabajar. Cuando lo hacen, se dan cuenta que no tienen ni una casa donde dormir, ni comer, ni lugar para ducharse. La principal preocupación, sin duda, es el trabajo. Incluso, gente que tiene papeles a quienes les han dicho que hay trabajo, cuesta que lo encuentren. Además, como que algunos no tienen los papeles, esta es una dificultad añadida.

 

Y ¿cómo se sienten al llegar al refugio?

Cuando llegan al refugio están cansados y frustrados pero cuando consiguen una plaza los noto aliviados. Hace tantos días que están en la calle, que en un momento les ha cambiado la vida y son otra persona.

La mayoría vienen de lugares del Estado español, pues…

Sí. De Lleida, por ejemplo, no conozco ninguno. conozco que vienen de Bilbao, Barcelona, Salou y de Girona. También desde Sevilla. Llegan de los circuitos de la fruta…

 

Pero aquí, realmente, ¿hay trabajo?

Del refugio, ahora son 3 ó 4 los que están trabajando. Unos trabajan un día y después nada más… No sé si podemos decir que hay trabajo, la verdad, porque los hay que están buscando y no encuentran.

 

Y la pandemia de la Covid-19, ¿cómo los afecta?

Afecta mucho en la llegada, como llegan aquí. Y después porque todo el mundo  venía con la intención de alquilar alguna habitación no puede, porque nadie se fía. Y después también en el tema de los desplazamientos en vehículo, puesto que no se pueden llevar tantos integrantes como en años anteriores.

 

¿Hay cierto temor al tema de identificaciones?

Es cierto que cuando llegan y les piden solo el nombre, ya se asusten. Y entonces les tengo que explicar los motivos por los cuales piden esta identificación. En un principio dudan que el refugio sea un lugar seguro para dormir, se les nota.

En este sentido, es importante la figura de un mediador…

Sí. Por ejemplo, el otro día le dije a uno de los que están al refugio que vendría un gestor a revisarle la documentación por si el contrato estaba bien: si se le respetaban sus derechos, el salario era el que tocaba… Tenía tanto miedo que le tuve que explicar en Wolof [su idioma] los motivos por los cuales lo quieren saber. Porque si una persona trabaja, tiene que tener el contrato bien hecho, con la retribución que toca, con el alta a la seguridad social,… Entonces ellos tienen muchas dudas porque, de alguna manera, no se fían de la figura del gestor o de la misma persona de recepción que  les pregunta el nombre y poca información más. Siempre les digo que solo digan aquello que quieran y no están obligados a explicarlo todo.

 

Por lo tanto, tú ¿haces de puente entre quienes llegan y los que acogen?

Exacto. Esta es mi principal función. Una voluntaria me dijo que, solo para poder superar males entendidos como el que he explicado antes, era necesario e imprescindible contar con la figura de un mediador. Y a mí, esto me llena de satisfacción.

 

Para acabar, como lo estás viviendo todo esto?

Es un trabajo que llevo tiempo haciendo y lo intento vivir dentro de la normalidad. A veces sientes tristeza por la gente que acaba de llegar porque no puedes hacer nada que esté en tus manos para evitar que se queden a dormir una noche en la calle. Pero bien, entonces al día siguiente tienen lugar donde ir y te alegra un poco. Mi trabajo es estar entre las dos partes y esto me permite entender a las dos bandos. La clave es que se ajusten un lado y el otro para poder neutralizar las diferencias. En definitiva, yo lo vivo bien porque estoy encantado de poder ayudar.

 

Entrevista extraida de la página web de Cáritas Diocesana de Lleida.