A TODOS LOS PRESBÍTEROS, DIÁCONOS Y MIEMBROS DE VIDA CONSAGRADA
 
Queridos hermanos y hermanas:
 
En este tiempo tan convulso por la situación sanitaria y por la sensación personal de falta de una respuesta adecuada a las exigencias del ministerio sacerdotal y al compromiso de la vida consagrada, no podía faltar la palabra del obispo que, como ya hacían los Apóstoles en los primeros momentos de la Iglesia, aliente el entusiasmo evangelizador, fortalezca la esperanza y consolide la comunidad cristiana en todos los aspectos tal como el mismo Señor nos propone y solicita.
 
 
En el primer escrito del presente curso dirigido a todos los cristianos (en el FULL y en la prensa local) pedía fortalecer la esperanza en unos momentos en los que la pandemia del COVID-19 todavía hace estragos entre nosotros y nos tienta a caer en el desánimo. A todos vosotros, expertos en sabiduría cristiana, os pido que no olvidéis nunca vuestra misión de acercar a Cristo a todas las familias para que afronten de la mejor manera posible esta situación tan singular. Que todos vosotros viváis con intensidad la esperanza cristiana y la sepáis contagiar a las personas de vuestro entorno.
 
 
Esta petición general y fundamental podría quedar resumida en estos puntos que concretan mis deseos y mis orientaciones:
 
 
1.- Es fundamental la atención al Pueblo de Dios en cuantas actividades fortalezcan la vida personal y comunitaria: las celebraciones, el servicio a los más necesitados, el acompañamiento y la escucha teniendo como cauce la formación en la Palabra de Dios. Nunca insistiremos bastante en la entrega de cada uno al ministerio que se nos ha confiado. La mención parece reiterativa y el deseo de actuar en lo esencial “como siempre ha hecho la Iglesia” puede envolvernos en la rutina y en la indiferencia. A pesar de los posibles riesgos conviene que lo oigamos una vez más y nos lo digamos de nuevo unos a otros para evitar individualismos y caminar por la senda de la eclesialidad.
 
 
2.- Es imprescindible la unidad y la fraternidad en el presbiterio y en la Vida Consagrada. Contamos con la gracia del Señor que nos mueve al compromiso de la ayuda mutua, de la colaboración y de la formación. Examinad vuestra responsabilidad en este campo de actuación. No somos meros funcionarios que desempeñan un papel aparente y frío, somos servidores que buscamos crecer para que los demás crezcan en las virtudes cristianas. Cuidad vuestra espiritualidad, preocupaos del ámbito espiritual de vuestros hermanos. Asistid a los retiros mensuales, programad ejercicios espirituales anuales.
 
 
3.- Es importante la presencia de todos en las jornadas de formación presbiteral que tendrán lugar en la Casa de la Iglesia los días 27 y 28 de este mes. Reflexionaremos sobre la sinodalidad participando en la iniciativa del Papa con motivo del Sínodo de Obispos del año 2023. Habrá también otro tema esencial: la catequesis y su necesaria colaboración de todos los miembros de la comunidad actuando los responsables de la misma como auténticos animadores.
La reflexión sobre el primer tema permitirá que todos los católicos, especialmente quienes tienen alguna responsabilidad pastoral, actúen siempre en clave sinodal. No se trata únicamente de aprender el contenido de la sinodalidad sino que sepamos concretar en nuestra acción esta forma de proceder. Iglesia es sinónimo de Sínodo, caminar juntos en comunidad. Analicemos y preguntemos si nuestra diócesis así lo realiza y si podemos abrir nuevas iniciativas a esta propuesta.
 
 
La reflexión sobre la catequesis no quiere ser sólo recurrente como un tema esencial en la acción pastoral. Ya lo tenemos oído en otras ocasiones. Es algo más, es una nueva llamada a la preocupación por transmitir la fe en este momento de dificultad, promoved la responsabilidad de los catequistas en cada parroquia, haceos presente en las sesiones de catequesis y acompañad a los laicos en esta fundamental actividad. Que no se sientan nunca solos. Animad a los padres, conoced a las familias, estudiad y aplicad el Directorio para la Catequesis…
 
 
4.- Es una exigencia devolver la confianza, la alegría de la fe y la esperanza al interior de todas las comunidades cristianas (parroquiales, religiosas y movimientos apostólicos) en estos momentos tan difíciles. En esta misma línea quiero dejar constancia de las muchas iniciativas y proyectos positivos que habéis abordado a lo largo de los años en nuestra diócesis. Ahora insisto en la búsqueda de la purificación de las motivaciones de nuestra responsabilidad pastoral, por ello apelo a las propias convicciones basadas en el gozo de la fe y del ministerio; no queremos actuar por meras apariencias, por “quedar bien” o con la permanente tristeza en el rostro. No queremos expresar sólo lamentos o cansancios. Buscamos la mayor exigencia pastoral. Recordad los consejos de san Pablo a las comunidades nacientes. No abandonó nunca, alentó siempre al seguimiento y al encuentro con Cristo, no se cansó de predicar.
 
 
5.- Es una tarea gratificante y servicial colaborar con las peticiones pastorales y administrativas del obispado. En primer lugar respondiendo a las indicaciones elaboradas en el vigente PLAN DIOCESANO DE PASTORAL porque continuaremos juntos en la reflexión y en las distintas propuestas que mejoren nuestra atención a la comunidad cristiana. Ayuda al servicio y trata de formar en criterios comunes de actuación. En segundo lugar y a otro nivel de importancia, esmeraos en cumplimentar los datos que la Curia os solicita. Os recuerdo algo muy puntual para el presente curso: en este momento trabajamos en preparar el informe de la diócesis para la próxima Visita ad limina Apostolorum, fijada por la Santa Sede para el mes de enero de 2022.
 
 
6.- Con vuestra colaboración mantendremos el Fondo de Solidaridad COVID-19, creado el curso pasado y que suscitó muchos elogios en todos los ámbitos de nuestra sociedad. La suma total se puso en manos de la Xarxa d’Entitats Cristianes d’Acció Social i Caritativa que lo aprovecharon para potenciar su ingente y permanente actividad. Con una aportación inicial del obispado se añadirán las que libremente lo decidan y con una duración del curso que ahora comienza.
 
 
7.- Os recuerdo las fechas significativas de los acontecimientos diocesanos a los que quedáis invitados. Ruego que extendáis la invitación al resto de la comunidad:
 
- 30 de septiembre (por la tarde), Fiesta del envío, en la catedral.
- 17 de octubre (por la tarde), Apertura del Sínodo de Obispos (nivel diocesano) en la catedral.
- 12 de abril, Martes Santo, (por la tarde) Misa Crismal.
- 28 de mayo, Asamblea Diocesana en la Casa de la Iglesia.
 
 
No dudéis de mi agradecimiento por vuestro servicio. Lo hago en nombre de toda la diócesis.
 
 
Algunos lleváis muchos años de dedicación que sólo el Señor sabrá recompensar. Desde la lejana ordenación o consagración habéis puesto la ilusión evangelizadora en primer lugar. Continuad así y que la fuerza de Jesucristo aumente vuestro entusiasmo. En estos momentos dramáticos de nuestra sociedad lo que más importa es la unión y la confianza en el Señor. Sólo con esta actitud podremos participar y transmitir la esperanza que nace de la Resurrección. Concretadlo y fortaleced vuestros momentos de oración, celebrad los sacramentos con la mayor dignidad posible, practicad la caridad de modo constante.
 
 
Unidos en la oración.
 
 
Vuestro obispo Salvador.