” El pasado 30 de abril 2013, celebramos, como todos los cristianos de todos los rincones del mundo, la gran fiesta de la Resurrección del Señor. Aquella Vigilia Pascual la celebré con los hermanos de la unidad pastoral, formada por las parroquias de Artesa de Lleida, Castelldans, Aspa, Cogul i Albagés. Como tienen costumbre de hacer desde

hace ya unos cuantos años, todos los fieles de estas parroquias se congregaron este año en Albagés.

La iglesia estaba abarrotada de gente. Entre los asistentes se distinguían algunos jóvenes y también niños. Sin embargo, reinaba un ambiente de recogimiento y se notaba la atención con la que todos seguían la ceremonia. Era un ambiente especial e incluso distinto, marcado a la vez por el fervor y la alegría de compartir juntos aquel momento único.

Hay que destacar que todo fue muy bien preparado para todos. Y esto se veía en el interés de cada uno, sea de la parroquia que sea, en cuidar los detalles de la celebración como algo muy propio.

Ésta fue larga pero nada pesada. Más bien, la implicación de todos los fieles y, sobre todo, la participación de la Coral Trinidad de Lleida hicieron que no se notase el tiempo. De las 10 de la noche llegamos a las 12’15 sin darnos cuenta.

Al final de la celebración estábamos todos muy felices. Una felicidad que Mn. Robert y Mn. Dimas exteriorizaban bailando con todos los fieles al ritmo de los cánticos alegres de aquella coral.

Puedo decir que todo fue precioso. Y seguramente que la Parroquia de Albagés recordará por muchos años aquella celebración tan entrañable. La buena organización favoreció una cierta complicidad entre todos para que todo saliese bien: el altar estaba adornando con mucha delicadeza; la proclamación de las lecturas, las oraciones y la presentación de las ofrendas, todo fue muy bien organizado.

Al concluir la Misa, una señora de El Cogul que asistía por primera vez a aquella vigilia comentaba lo mucho que le había ayudado el ambiente de fiesta y de alegría creado por el coro. Y decía: “mientras pueda, no faltaré nunca a esta celebración. Ha sido para mi una experiencia única…”

En resumen, presencié un ambiente cordial y de alegría compartida. Una alegría que no afectó para nada la atmosfera de recogimiento y de oración propio a una celebración tan importante como la Pascua del Señor.

Entre todos los fieles de las distintas parroquias (Artesa de Lleida, Castelldans, Aspa, Albagés i El Cogul) reinaba un gran clima de fraternidad cristiana, de plegaria y celo en cuidar la liturgia.

Todo eso era fruto de los vínculos de unión entre los asistentes, que quedó reflejado luego en el picapica, donde todos exultamos de poder vivir la Pascua como realmente es, la gran fiesta cristiana.

Mn. Javier Gáldiz