Nacido en el pequeño pueblo de Cirés, el año 1907, recibió la ordenación sacerdotal en 1933 y su primer y único destino fue el de vicario de Almenar. Un año escasamente hacía que estaba allí, cuando el 6 de octubre de 1934 conoció la persecución y malos tratos junto con su párroco, siendo hechos prisioneros en su propia parroquia. Huyeron después a Albelda.

Los dos fueron encarcelados en el pueblo de Almenar en una casa de la plaza habilitada como cárcel, juntamente con otros buenos vecinos al estallar la guerra de 1936. Desde allí vieron quemar la iglesia. Trasladados a la cárcel de Lleida, Mn. Ramón recibió el martirio el 20 de agosto de aquel año cuando sólo tenía 29 años.

Buen vicario, dejó el testimonio de su comunión con su párroco, Mn. Pedro Solé Satorra, a quien siempre acompañaba y secundaba en el apostolado, especialmente en la catequesis y muriendo con él el mismo día. Fue un hombre sencillo, callado y voluntarioso.