Información patrimonial:

 

Conocida como la "catedral de las Garrigues", la iglesia parroquial es un magnífico ejemplo de la arquitectura del siglo XVIII. Hacia el año 1769 los maestros Josep y Francesc Puig, padre e hijo, ampliaron la iglesia del San Cristo de Gracia "perquè sia mes capas y servesca de Parròquia". A partir de esta fecha es cuando podemos situar la construcción del actual templo. Las elegantes proporciones y sus espléndidas dimensiones honoran uno de los más bellos ejemplos de las parroquias edificadas en el siglo XVIII en nuestras Tierras de Lleida.

Fuente: Informació extreta de L'informatiu del Bisbat de Lleida editat entre el 2001 i 2008

 

La iglesia de la Granadella (1774), denominada también Catedral de las Garrigues, está situada ante una plaza que sustituye la ubicación de la antigua balsa. La fachada tiene un portal barroco muy ornamental, al cual se accede por una amplia escalinata. A cada banda hay dos pedestales, decorados con molduras y elementos vegetales, encima de los cuales vemos dos pares de columnas estriadas y remates con capiteles de orden compuesto. La parte posterior de las columnas está decorada de igual manera. El entablamento, muy trabajado con metopas, mujer a una hornacina central que contiene la imagen de un Cristo ahora decapitado, y rodeada con gran profusión de elementos decorativos: volutas, elementos vegetales, conchas, etc.

 

El campanario es de base cuadrada, y dos cuerpos ochavados superpuestos; es lleno de aperturas como las del cimborrio. El interior consta de tres naves y está cubierto con vuelta cilíndrica, arcos torales y lunetos a la nave central, y con vuelta de arista a las laterales. Tiene transepto y cimborrii. El altar mayor es un frontón partido que cubre una apertura en arco flanqueado por dos imágenes. Dentro del arco hay un Cristo negro.

 

Otra información:
 
Iglesia parroquial de Santa Maria de Gracia (barroca del S. XVIII, llamada "catedral de les Garrigues" por sus dimensiones. Campanario de torre octogonal. En el camarín se venera el San Cristo de Gracia, de gran devoción desde el S. XIV (precisamente la iglesia actual se edificó en el lugar donde ya había un antiguo santuario dedicado al San Cristo) con fama de milagroso desde el S. XVII, con expoliación de la rica corona en la Guerra del Francés y con misteriosa transformación el 1986. La imagen actual es de tiza, porque la valiosa talla -ya medio quemada en la Guerra del Francés- fue totalmente calcinada el 1936.
 
De la primitiva iglesia restan los muros, pero no el interior, derrocado en la primera Guerra Carlista. Después fue Comunidad y Colegio de las monjas de la Sagrada Familia. En el término: ermita de Sant Antoni (a 558 m. alto.): de fachada románica (S. XIV) y porche y nave barrocos (S XVII-XVIII). Hasta el 1936 conservó dos bellos retablos góticos. Al exterior: moderno altar a la Virgen María de Montserrat.
 
Hechos, costumbres y tradiciones:
 
Día de los Reyes (6 de enero)
A la vigilia poníamos los zapatos grandes en el balcón, con cebada adentro para los caballos o camellos; el día siguiente había «pepes de manantial o de quince» (céntimos) para las niñas y caballos de cartón o trompetas para los niños; todo muy barato, y a los niños de casas pobres, que había muchas entonces (1920), no les llevaban nada. Los niños hacían mucho ruido todo el día con los humildes juguetes, yendo por el pueblo en plan triunfal y exhibicionista...
Ahora hacen cabalgata de Reyes, con calles iluminadas, especialmente, son Reyes Magos que reparten los juguetes en el Casino, en el Plan, o por las casas. En resumen, una fiesta casi como las grandes ciudades, salvando distancias.
 
Sant Antoni (17 de enero)
Antes, la gran hoguera nocturna, a la cumbre más elevada de la sierra de Sant Antoni, rodeada por los quintos, que comían, bebían, cantaban y contaban fábulas y chismes del pueblo. Había un cubierto adosado a la ermita en el cual se acurrucaban si hacía demasiado frío o habían bebido demasiado y esperando el momento de bendecir los animales, que permanecían muy guarnidos, ante la ermita, en la cual se celebraba una misa solemne y se cantaban los gozos, muy antiguos y de una música dulce y triste. El maestro Emili Pujol los aprovechó en parte para su composición Homenaje a Tàrrega, o sea, una canción de añoranza de su maestro Francesc Tàrrega, de quien hizo una buena biografía.
 
San Sebastián (20 de enero)
Ahora no se hace fiesta y nadie recuerda puesto que, antes de construir la iglesia parroquial actual (siglo XVIII), había allí, esguardant la balsa solitaria, entonces del Pla, la ermita de sant Sebastià, después de Nuestra Señora de Gracia, a la cual se iba en procesión desde la parroquia antigua (ex-convento actual) para implorar al santo protección contra la peste (sant*Roc no tiene tradición en la Granadella).
Reliquia de aquella devoción fue, que sant Sebastià, con las flechas clavadas por todo el cuerpo, estaba presente en el altar mayor de la nueva iglesia, con una imagen de medida natural. A su lado, sant Montano, de la misma altura, soldado romano y copatrono de la Granadella. Antes había bastantes nombres de Montano; ahora creemos que no hay ninguno. Aquel gran altar, encumbrado por el Padre eterno, fue quemado el julio del año 1936, junto con los otros altares, alguno de los cuales, como el nuestro dedicado a san Ignacio (era el antiguo altar de Torres) eran de una belleza arquitectónica (barroca) considerable. Por algo había en la Granadella casa Ignasi Torres. Sant Antoni era la fiesta mayor pequeña de la Granadella.
 
La Candelaria (2 de febrero)
En la iglesia se celebraban las funciones habituales de todas partes: candelas encendidas, etc. «Si la Candelera plora, l'hivern ja és fora. Tant si plora com si no plora, l'hivern ja és fora.»
 
San Blai (3 de febrero)
No era fiesta, como tampoco la Candelaria, pero mucha gente, sobre todo las mujeres, iban a misa a buscar el pan bendecido de san Blai o san Blasi, como decían los viejos, y nos los comíamos para protegernos de dolor de garganta, anginas, faringitis, etc.
 
Sant Josep (19 de marzo)
Fiesta grande, porque rara era la casa en que no había ninguno Josep («de Joseps, Joans y ases, per totes les cases...»). Antaño, los nombres más abundantes eran Josep, Ramon y Joan. En tiempos medievales: Peres, Bernats, Berenguers, Guillems, Miquels. Y ahora, Jordis, Alberts, Roberts, y otros nombre de moda como los compuestos, José Antonio, Juan Antonio, Pepito, etc. Los compuestos famosos de antes son Pere Miquel (típico de casa Guiu desde hace cuatro siglos), Pere Joan (fue típico de can el Arán durante muchas generaciones), Pere Anton, que dio lugar a cal Perenton, Pere Franch, aquí nombre y apellido, que ha dado lugar a cal Perefranc, de hace también quizás cuatrocientos años.
 
Cuaresma (marzo-abril)
Antes era sonado el Miércoles de Ceniza, en el cual los novios del pueblo, sobre todo los «quintos», iban llenos de grandes capazos de ceniza, que esparcían a la gente que pasaba. A veces ponían piedras entre la ceniza, con mala intención, y se originaban verdaderas batallas campales. Hace unos 75 años que por cuya causa hubo puñaladas entre dos grupos de solteros contrarios. Este hecho motivó que, siendo alcalde Ramon Xipilla, se prohibiera esta bárbara costumbre; así como otros usos, tales como el ya dicho juego de cartas («set i mig», los «muntets», etc.), y la bárbara costumbre de los «xants» (gritos contra personas) que se hacían por la noche, amparados en la oscuridad de las calles, puesto que entonces no había electricidad. Por las fiestas grandes (san Antonio, fiesta mayor, etc.) se iluminaba la plaza (la antigua se entiende) con antorchas  puestas en parrillas y situadas en lugares estratégicos.
 
Semana Santa
El Domingo de Ramos, con la misa larga (a causa de la lectura de la «Pasión» narrada en latín) acontecía un poco pesada. En cambio era brillante y solemne por la majestuosa procesión entre ramos de olivo y las palmas rellenadas de golosinas y lazos, algunas con la bandera catalana. La costumbre de las masas, carraus y matracas y la simbólica «matanza de judíos» al oficio de tinieblas venía ya del siglo XV. El 1474, en Lleida, el Jueves Santo, con la celebración de la eucaristía, los monumentos, y el Viernes Santo, con la procesión de penitentes, presidida por los armados o soldados romanos, eran los actos de más fervor. Entonces la resurrección de Cristo se celebraba el Sábado de Glòria, que se anunciaba con  las campanas. Y el día siguiente, Domingo de Pascua, se celebraba la procesión del «reencuentro» (el pueblo decía «encuentro»). Salían las Caramelles y el día siguiente, lunes, la gente iba al campo, como por ejemplo, a comer la mona en la Font del Freixinet, en la partida de los Obacs, es decir, en los parajes más bonitos y agradables, donde se hacía alboroto y gresca.

 

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