En 2013, la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 30 de julio como el Día Mundial contra la Trata. Según su comunicado, un día necesario para «concienciar sobre la situación de las víctimas del tráfico humano y para promocionar y proteger sus derechos».

Como entidades de Iglesia (Cáritas, CONFER, Fundación Amaranta, Fundación Cruz Blanca y Justicia y Paz) denunciamos políticas que aumentan la vulnerabilidad de las personas y el riesgo de ser sometidas a trata, algo que estamos comprobando en las actuales políticas migratorias. Políticas que fracasan al poner en peligro a las personas, empujándolas a manos de redes de traficantes y tratantes por la falta de vías legales para conseguir un destino mejor. Cada persona tiene el derecho a buscarse una vida digna para sí misma, para sus hijos e hijas, para su familia. No podemos crear un mundo de diferentes velocidades y después simplemente paliar el sufrimiento de las personas en nuestros recursos de atención, cuando ese sufrimiento podría haber sido evitado.

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