La festividad de la Virgen de Torreciudad se celebra el domingo posterior a la Asunción de la Virgen. Ese día revive una de sus tradiciones más entrañables: el pesaje y presentación de niños nacidos en el último año.

En esta ocasión, el pasado 21 de agosto, participaron familias de las cercanas poblaciones de Barbastro, Monzón, Artasona, Ubiergo, Almudévar y El Tormillo. También acudieron veraneantes en la zona procedentes de otras ciudades. En total 26 bebés, 14 niños y 12 niñas, con edades que empezaban en los 21 días de vida.

El rector del santuario, mons. Javier Cremades, celebró la misa con la que daban comienzo los actos y en la que cantó la Coral Montisonense. En la homilía Cremades subrayó el carácter festivo y tradicional del evento: “Esta Madre de Torreciudad recibe desde hace nueve siglos el cariño y la devoción de los vecinos de la zona. Como vosotros hoy, han ofrecido a la Virgen el regalo de Dios que supone la llegada de un hijo. Y Ella siempre da más y nos ayuda a revolucionar el mundo haciendo el bien”.

Al término de la eucaristía las familias asistentes caminaron en procesión rezando el Rosario hasta la antigua ermita por el sendero de los Dolores y Gozos de San José. Llevaban la imagen peregrina de la Virgen de Torreciudad, copia exacta de la original, adornada con flores y colocada sobre unas andas de madera. Pudieron verse algunos vistosos trajes regionales aragoneses. Al llegar tuvo lugar el tradicional Canto de los Gozos de la Virgen de Torreciudad y una ofrenda de productos de la tierra.

Después, y según indica la costumbre, el rector fue introduciendo a los bebés en una canasta de mimbre colocada en uno de los brazos de la antigua balanza, forjada en hierro y puesta bajo uno de los arcos del porche para la ocasión. Los padres hacían el ofrecimiento de la niña o el niño a la Virgen e igualaban el peso de la criatura poniendo productos de sus lugares de origen.

Este año la antigua balanza pesó varios jamones, arroz, alubias, melones, aceite y vino, legumbres y diversos productos de las huertas aragonesas y catalanas. Estos alimentos se distribuyen entre familias necesitadas de la zona en colaboración con Cáritas Diocesana de Barbastro-Monzón. Los actos terminaron con el popular reparto de “La Caridad”, piezas de torta elaborada en el horno de Secastilla (municipio al que pertenece el santuario) y vino ofrecido por Bodegas Obergo y un vinicultor de Capella servido en porrones.